PARIS, Francia (OEM-Informex).- Para entender el pensamientopolítico chino, Donald Trump debería leer El arte de laguerra. Ese tratado de estrategia militar escrito por Sun Tzuseis siglos antes de Jesucristo, conjuga las nociones de espacio yde tiempo a fin de determinar el momento más propicio para pasaral ataque. Pero -ya se sabe-, el presidente norteamericano no esmuy afecto a los libros.
“Lo supremo en el arte de la guerra -postulaba- consiste ensometer al enemigo sin darle batalla”.
Conocer las enseñanzas que profesa Sun Tzu en los 13 capítulosde su doctrina, ayudaría al ocupante de la Casa Blanca acomprender la nueva estrategia adoptada por Pekín para abordar lasrelaciones con el Gobierno de Trump.
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Los primeros indicios de ese reajuste se advertirán en lospróximos días en Washington, cuando termine la discreta visitadel hombre clave de la diplomacia china. Yang Jiechi, que ocupa elcargo decisivo de consejero de Estado, es la verdadera eminenciagris de la política exterior de Pekín. En la práctica, es muchomás influyente que el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi.Algunos sinólogos, incluso, lo definen como “el Henry Kissingerdel presidente Xi Jinping”, es decir el hombre de las grandeselucubraciones geopolíticas y de las misiones confidenciales.
No es casual que el presidente Xi Jinping haya confiado a suhombre de confianza este primer contacto con “altos responsablesnorteamericanos” para “abordar cuestiones bilaterales y asuntosde interés común”. Para que a nadie se le escape la importanciaque acuerda Pekín a esa misión fuera de lo común, lainformación de su viaje fue revelada por la agencia de prensa delGobierno, China Nueva. Uno de los temasesenciales de la agenda de Yang Jiechi en Washington es lapreparación de un futuro encuentro entre Trump y XiJinping. Como Pekín nunca adopta iniciativas políticas porcasualidad, este viaje no es el fruto del azar y -conforme alestilo chino- está cargado de simbolismos. Yang Jiechillegó a Washington cuando se cumplen 45 años de la visita aPekín del presidente norteamericano Richard Nixon en1972, preparada en secreto por Kissinger. Ese viajepermitió comenzar el deshielo entre ambos países que abrió laspuertas al restablecimiento de relaciones en 1979. Pero, además,creó las condiciones para terminar la guerra de Vietnam y —sobretodo— forjó las premisas de una alianza estratégica destinada acontrabalancear la expansión soviética en plena guerra fría.
El viaje de Yang Jiechi se produce -tampoco es casual- unasemana después de una conversación telefónica con el nuevosecretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson. El ex CEO de lapetrolera Exxon-Mobil es uno de los pocos responsables del Gobiernocapaz de comprender que el diálogo con Pekín puede arrojarmejores resultados que los agravios y las humillaciones que ensayóinicialmente Donald Trump.
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Rex Tillerson, por su parte, también dio marcha atrás despuésde haber afirmado que la expansión del gigante asiático en el MarMeridional de China “podría terminar en una guerra”.
En sentido inverso, Pekín comprendió de inmediato las ventajasque podía extraer del colosal error estratégico que cometióTrump cuando retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico deCooperación Económica, más conocido por sus siglas inglesas TPP.Ese gesto típico de macho alfa -como los gorilas que se golpean elpecho para impresionar a sus rivales-, le dejó a China el caminoexpedito para extender su influencia política y económica enAsia. Barack Obama había concebido el TPP para aislar a China enla región.
Finalmente, alguien advirtió en Washington que para EstadosUnidos, en el corto plazo, las buenas relaciones con Pekín son unacondición "sine qua non" para negociar con Rusia eimprescindibles para asegurar la estabilidad mundial. Habercomprendido esas realidades simples es un buen comienzo. “Unlargo camino -decía Confucio- empieza por un primer paso”.