/ lunes 21 de mayo de 2018

Segundo debate: Mismas propuestas pero con más insultos

Deslucida participación ciudadana en el segundo debate presidencial; José Antonio Meade por fin alza la voz y ataca

Fue un debate cara a cara entre sociedad y candidatos presidenciales, con preguntas de tú a tú; con un público activo y expectante que hizo historia con su intervención. Con ataques directos y descalificaciones rudas; con candidatos que puso a prueba su temple y músculo en las propuestas, en busca de conexión con los votantes, de sumar aquellos indecisos que hoy fueron testigos y que pronto, el 1º de julio estarán votando para coronar al de su preferencia.

Pero al calor de las impugnaciones, surgieron los ataques, los calificativos: “¡canallita, hipócritas, mentirosos, corruptos, cínicos, tramposos y ratas!’’, fue lo menos que se lanzaron los cuatro aspirantes presidenciales, que en este segundo debate se soltaron y se dejaron llevar por el escenario.

Aumentar el salario, expropiar bancos, fortalecer la economía, vigorizar al campo, evitar los gasolinazos y llevar la inversión al sur-sureste, fueron temas que abordaron, al igual que acabar con la corrupción, la inseguridad, el tráfico de armas y la defensa de los migrantes.

Y sin tregua el segundo debate presidencial, al igual que el primero en la Ciudad de México, se atacó al blanco, al puntero en las encuestas, en la persona de Andrés Manuel López Obrador; con un José Antonio Meade incisivo y echado para delante con sus propuestas; Ricardo Anaya arremetiendo con todo al líder en la campaña y un Bronco –Jaime Rodríguez- que entró franco a sus planteamientos y acusaciones en busca de un respiro que lo posesione entre el electorado. Ricardo Anaya llamó “tramposo’’ a López Obrador; el tabasqueño respondió con “cuidar su cartera’’ cuando se le acercó en demasía Anaya. Además el tabasqueño lo calificó de “demagogo y canallita’’.

El Bronco ironizó estar “divertido’’ con el pleito. Aunque al referirse al tráfico, Jaime Rodríguez se pronunció por cambiar a los aduanales, y si se puede “mocharles las manos’’, refrendó. Durante el debate, López Obrador dijo a Anaya: “Tú estas acostumbrado a mentir, acabas de decir que escribiste un libro, ¿sabes cómo se llama? Las mentiras de Anaya.

Ya con esto es otro capítulo para este libro; mentiroso, farsante. El debate es para atacarme, es obvio y comprensible, estamos 25 puntos arriba y están pensando que van a recuperar aquí, no van a lograrlo’’. Anaya lo conminó a “serenarse, a no enojarse’’.

José Antonio Meade se subió a las agresiones y calificó a Ricardo Anaya de ser “muy cínico para no conocer de Atlanta más que de dónde vivía la familia sin haber visitado una sola vez a los consulados o a los migrantes”. Anaya respondió: “hay peores cosas que las mentiras, la hipocresía. Lo que no dice José Antonio Meade es que se fue a estudiar a Estados Unidos pagado por el Gobierno mexicano y lo que tampoco dice López Obrador es que su hijo estuvo estudiantado en España’’.

El candidato Meade apuntó que el presidente Enrique Peña no se equivocó al invitar a México a Donald Trump; Anaya reviró que fue una “humillación’’ al recibirlo en Los Pinos con alfombra roja.

El de anoche fue un formato activo de los moderadores Yuriria Sierra y León Krauze, contundentes en sus preguntas, que permitió a los aspirantes confrontar sus proyectos de nación. Un campus universitario, el de Tijuana, lugar del debate, que se volcó, se entregó y premió su esfuerzo con el reconocimiento del INE.

Los temas duros sobre los derechos de los migrantes, la seguridad fronteriza y combate al crimen transnacional, al igual que comercio exterior e inversión en México. La efervescencia por el debate contagio a todos por igual en esta ciudad transfronteriza; familias enteradas, empleados de servicios y público en general siguió las incidencias del segundo gran debate entre los cuatro candidatos a la Presidencia de la República.

Como pocas veces en una contienda electoral, la gente en la calle está volcada con sus preferencias, con sus necesidades básicas y hasta con su hartazgo de funcionarios y políticos, que no deja duda. Falta el tercero y último debate, en Mérida, Yucatán el 12 de junio.

Fue un debate cara a cara entre sociedad y candidatos presidenciales, con preguntas de tú a tú; con un público activo y expectante que hizo historia con su intervención. Con ataques directos y descalificaciones rudas; con candidatos que puso a prueba su temple y músculo en las propuestas, en busca de conexión con los votantes, de sumar aquellos indecisos que hoy fueron testigos y que pronto, el 1º de julio estarán votando para coronar al de su preferencia.

Pero al calor de las impugnaciones, surgieron los ataques, los calificativos: “¡canallita, hipócritas, mentirosos, corruptos, cínicos, tramposos y ratas!’’, fue lo menos que se lanzaron los cuatro aspirantes presidenciales, que en este segundo debate se soltaron y se dejaron llevar por el escenario.

Aumentar el salario, expropiar bancos, fortalecer la economía, vigorizar al campo, evitar los gasolinazos y llevar la inversión al sur-sureste, fueron temas que abordaron, al igual que acabar con la corrupción, la inseguridad, el tráfico de armas y la defensa de los migrantes.

Y sin tregua el segundo debate presidencial, al igual que el primero en la Ciudad de México, se atacó al blanco, al puntero en las encuestas, en la persona de Andrés Manuel López Obrador; con un José Antonio Meade incisivo y echado para delante con sus propuestas; Ricardo Anaya arremetiendo con todo al líder en la campaña y un Bronco –Jaime Rodríguez- que entró franco a sus planteamientos y acusaciones en busca de un respiro que lo posesione entre el electorado. Ricardo Anaya llamó “tramposo’’ a López Obrador; el tabasqueño respondió con “cuidar su cartera’’ cuando se le acercó en demasía Anaya. Además el tabasqueño lo calificó de “demagogo y canallita’’.

El Bronco ironizó estar “divertido’’ con el pleito. Aunque al referirse al tráfico, Jaime Rodríguez se pronunció por cambiar a los aduanales, y si se puede “mocharles las manos’’, refrendó. Durante el debate, López Obrador dijo a Anaya: “Tú estas acostumbrado a mentir, acabas de decir que escribiste un libro, ¿sabes cómo se llama? Las mentiras de Anaya.

Ya con esto es otro capítulo para este libro; mentiroso, farsante. El debate es para atacarme, es obvio y comprensible, estamos 25 puntos arriba y están pensando que van a recuperar aquí, no van a lograrlo’’. Anaya lo conminó a “serenarse, a no enojarse’’.

José Antonio Meade se subió a las agresiones y calificó a Ricardo Anaya de ser “muy cínico para no conocer de Atlanta más que de dónde vivía la familia sin haber visitado una sola vez a los consulados o a los migrantes”. Anaya respondió: “hay peores cosas que las mentiras, la hipocresía. Lo que no dice José Antonio Meade es que se fue a estudiar a Estados Unidos pagado por el Gobierno mexicano y lo que tampoco dice López Obrador es que su hijo estuvo estudiantado en España’’.

El candidato Meade apuntó que el presidente Enrique Peña no se equivocó al invitar a México a Donald Trump; Anaya reviró que fue una “humillación’’ al recibirlo en Los Pinos con alfombra roja.

El de anoche fue un formato activo de los moderadores Yuriria Sierra y León Krauze, contundentes en sus preguntas, que permitió a los aspirantes confrontar sus proyectos de nación. Un campus universitario, el de Tijuana, lugar del debate, que se volcó, se entregó y premió su esfuerzo con el reconocimiento del INE.

Los temas duros sobre los derechos de los migrantes, la seguridad fronteriza y combate al crimen transnacional, al igual que comercio exterior e inversión en México. La efervescencia por el debate contagio a todos por igual en esta ciudad transfronteriza; familias enteradas, empleados de servicios y público en general siguió las incidencias del segundo gran debate entre los cuatro candidatos a la Presidencia de la República.

Como pocas veces en una contienda electoral, la gente en la calle está volcada con sus preferencias, con sus necesidades básicas y hasta con su hartazgo de funcionarios y políticos, que no deja duda. Falta el tercero y último debate, en Mérida, Yucatán el 12 de junio.

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