Mucha gente no gusta o no quiere saber de detalles o realidades que ocurrieron durante las guerras y rebeliones ocurridas en el siglo XX y el papel que ocupó Irapuato en dichos eventos.
Quien controlaba los cruces de vías en Irapuato ganaba las batallas y las guerras. Álvaro Obregón lo entendió desde que derrotó a Francisco Villa sucesivamente desde Celaya a Aguascalientes, pero el tener posesión del nodo ferroviario de Irapuato, le permitió tener el control de las vías de ferrocarril y por tanto de los suministros y pertrecho militares y sucedió en la Revolución y lo hizo dos veces más, como Secretario de Guerra, entre 1915 y 1927 y como Presidente, en 1923-1924. Luego Plutarco Elías Calles, igualmente como Presidente y como Secretario de Guerra, de 1927 a 1929.
Por consiguiente desde Irapuato se ganó el norte en la Revolución y Norte y Occidente en la Rebelión de De la Huerta. Igualmente, la Guerra Cristera en Centro-Occidente.
El Señor Zenón Ayala, nacido según unos en Huanímaro y otros en Cuerámaro, fue vecino de la calle de Sostenes Rocha, en el Barrio de Santa Anita.
Encabezó una rebelión que fue sofocada en menos de 24 horas y fue fusilado Ipso facto en el atrio de la entonces Parroquia del Centro, hoy Catedral de Irapuato.
Sus seguidores no tuvieron tanta suerte como Zenón Ayala de que sus cuerpos fuesen recogidos de la calle, pues las milicias de José Amarillas y Joaquín Amaro lo prohibieron so pena de muerte y con ello inició una práctica muy común en aquellas fechas entre 1927 a 1929, a los tres días con los cuerpos en plena descomposición eran levantados y jamás se sabía de ellos.
Irapuato llegó a tener hasta dos aeródromos militares (en Barrio Nuevo y en la Estación de trenes de Irapuato) y hasta cinco cuarteles con elementos de caballería y ya usaban la Hacienda de las Ánimas (hoy la XII Región Militar) para estacionar las tropas durante el conflicto de Iglesia y Estado.
Por cierto, la acción de acabar con esta rebelión estuvo a cargo de un Coronel entonces bajo las órdenes del general Joaquín Amaro, pero a muchos no les agrada leer el nombre: el entonces Coronel Lázaro Cárdenas tuvo a su cargo la ejecución de Zenón Ayala y los cristeros traídos a Irapuato durante la guerra, méritos que le fueron tomados en cuenta años después para nombrarlo Presidente de México, ser uno de los asesinos favoritos de Obregón y Calles.