Maquillaje a granel usaba a diario y vendía la piel a precio caro...
José María Napoleón
"Roxana", como otras escorts no se sumó a #UnDíaSinNosotras. Debía trabajar para llevarles de comer sus dos hijos.
Prostituta desde que era casi una niña, mientras sus compañeras de juego aprendían a usar lápiz labial, ella, en su primer día de profesión, se ajustaba su pantalón de mezclilla "Levis Strauss" y su blusa ceñida y escotada.
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Ya a sus 26 años "Roxana", como la conocen en su labor de escort, ha trabajado en varias ciudades de la república y decidió quedarse a vivir en Irapuato para venir acá, a esta ciudad, a vender "la piel a precio caro".
"Por las mañanas a las 8:30 luego de llevar a mi hijo mayor a la escuela y dejar con mi mamá al otro (más pequeño), le llamo por teléfono al mismo chofer de servicio Uber y llega hasta mi casa en el fraccionamiento donde vivo desde hace seis años"
Dice mientras revisa su monedero de dónde saca un cigarrillo. Lo enciende pegado a sus labios pintados, que contrastan el rojo carmesí con sus pulseras amarillas.
Dice que no cree en que el respeto a la mujer se resuelva con marchas y paros, porque la violencia “es un mal de siempre”.
- ¿Por qué no te quedaste en tu casa apoyando el paro de mujeres?
-Porque tengo que trabajar para llevarle de comer a mis hijos y porque no creo en eso.
- ¿Crees que en este movimiento de hoy haya una auténtica razón de género?
-No lo sé, pero creo que eso no resuelve nada y los niños no saben de eso. Ellos necesitan comer.
- ¿Cuántos hijos tienes?
-Dos pequeños uno de siete y otro de tres años. El de siete nació en Zacatecas, de donde soy.
La violencia contra las mujeres, uno de los males de siempre
Roxana | Escort
"Roxana" es una llamativa mujer a sus 26 años, aunque su rostro aparenta una edad mucho menor.”Eso le gusta a mis clientes”.dice.
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Parada en el mismo sitio donde a diario espera a sus clientes, la joven mujer que viste "short" negro brillante, botas negras de piel hasta abajo de las rodillas y un "top" con las letras "NY" en rojo púrpura, que "saltan" a la vista, conversa sin miedos, desenfadada y con aplomo.
De pronto pide “unos minutos”, entra al lupanar contiguo y luego de un lapso breve regresa con lentes oscuros y esbozando una sonrisa socarrona dice:
-Por si me toma foto.
- ¿En algún momento dudó de venir a trabajar?
-Sí, pensé que tal vez no sería como los otros días. Que los clientes tal vez no vendrían. Ojalá lleguen.
"Roxana" sabe que es observada por los hombres que pasan y se pone coqueta, voltea y sonríe con un cara de "invitación" a tener un encuentro casual negociado.
Sus manos frotan el pequeño bolso de piel color marrón donde trae sus cigarrillos y el lápiz labial.
El olor de su cuerpo a perfume fresco viaja con los suaves vientos que fluyen, hasta encontrar eco en el olfato de los hombres que pasan con miradas disimuladas.
La bocanada de humo, tras la fumada, que luego escapa y en espiral se disuelve en el aire, la hace parecer más perspicaz y atrevida.
Tras otra fumada, al bajar el antebrazo descubierto, deja ver en la parte interna un tatuaje de tres golondrinas surcando los aires:
-"Somos mis hijos y yo" dice anticipándose a la pregunta.
-Así, siempre los llevo conmigo.
"Roxana" se queda de pronto reflexiva mientras la gente sigue pasando por la acera.
- ¿Que piensas?, le digo sacándola de su ensoñación.
-Que sí, que mejor me hubiera quedado en mi casa con mis hijos. Desde que llegué no ha caído nada.
Cómo reaccionando a una imperiosa necesidad, económica, por supuesto, voltea y me ve sugestiva y exclama:
-Para mí, parece #UnDiaSinHombres.