Rigoberto, Jesús y Luis Ángel son algunos de los limpiaparabrisas que acuden a los diferentes cruceros de Irapuato para ganarse algunas monedas, donde no sólo soportan los intensos rayos del sol, sino que también los malos tratos de los conductores y siempre están con el riesgo de ser atropellados por algún vehículo.
Rigoberto es uno de ellos, quien tiene apenas 13 años de edad y al ser victima del bullying decidió abandonar la escuela. Tiene pocas semanas trabajando y asegura que ser limpiaparabrisas le gusta más que estudiar, pues esta convencido de que ahí le irá mejor que estar en la escuela.
“Me peleé en la escuela, porque mis compañeros me molestaban, entonces mejor me salí. Aquí llego a las ocho de la mañana y me voy en la tarde, llego a ganar hasta 400 pesos diarios, los guardo para comprarme ropa o dárselos a mi hermana”.
Rigoberto tiene dos hermanas, una mayor de 17 años de edad y una menor de cinco años, es habitante de la colonia Lucio Cabañas y sus papás trabajan en el municipio de Silao, contó que en el crucero los automovilistas suelen regañarlo al verlo limpiar su parabrisas, situación que tiene que enfrentar todos los días.
Rigoberto nunca trabaja sólo, siempre va a los cruceros acompañado de otros limpiaparabrisas, uno de ellos es Jesús Hernández Vallejo, quien tiene 24 años y actualmente esta desempleado, es padre de tres niñas, razón por la que se dedica a trabajar en las esquinas de los semáforos.
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Sin embargo, Jesús ha trabajado en las calles desde los 12 años y mencionó que prefiere trabajar dignamente que estar robando, a pesar de las dificultades y malos tratos de las personas.
“Como estoy desempleado me pongo a limpiar, en lugar de estar robando. Los policías nos retiran de los cruceros, no nos quieren ver en ningún lado, nos dicen maldiciones y no nos tratan muy bien, pero sólo así podemos sacar dinero para llevar a la casa”.
Mencionó que la mayoría de los conductores se portan agresivos, los corren y los insultan, incluso es muy peligroso al atravesarse entre los autos, principalmente cuando se acercan motocicletas, porque en ocasiones no suelen verse y pueden atropellarlos.
“La gente qué prefiere, nos prefiere ver robando o ver limpiando, Ojalá nos retiremos pronto, porque quiero meterme a una fabrica de fruta, que es en donde sé trabajar”.
Luis Ángel Chávez Hernández, es otro de los limpiaparabrisas de sólo 20 años de edad, es originario de Michoacán y tiene dos años trabajando. Ha pasado por casi todos los cruceros de la ciudad y siempre lo acompaña Teresa, su pareja sentimental, y su hija de dos años.
“Ahora que tengo a la niña, uno tiene que aplacarse, o es la familia o es eso, esta cabrón. La droga es dinero tirado a la basura, en lugar de comprarme droga mejor le compro algo a la niña, cuando crezca me lo agradecerá, porque quiero que estudie y que tenga mejores oportunidades”.
Los limpiaparabrisas están durante horas en las esquinas de los semáforos, en un día “bueno” pueden ganar hasta 400 pesos, mientras que en un día regular ganan menos de la mitad, a pesar de que la gente los trate mal y los insulte, prefieren trabajar que delinquir.