El trabajo sexual ha existido desde hace mucho tiempo, siendo una práctica que no toda la gente ve con agrado y quienes se dedican a esta labor son señaladas por la sociedad sufriendo de maltratos y discriminación.
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Es un trabajo en el que existen muchos riesgos, los cuales en muchos de los casos por falta de más oportunidades laborales son ignorados y ponen en riesgo su integridad.
Arturo Álvarez Martínez, presidente de la asociación civil Desarrollo Humano y Sexualidad de Irapuato explicó que con anterioridad se les solicitaba a las trabajadoras sexuales un carnet donde aseguran que no sufrían de alguna enfermedad de transmisión sexual y que por motivos de derechos humanos esto ya se hace de manera voluntaria.
“El carnet de salud es brindado por el área de Salud Municipal, quienes se acercan a ellas para brindar este servicio y se comunican con nosotros para que les realicemos los exámenes de detección de sífilis, VIH, haciéndoles un chequeo rutinario, hace como ocho meses estuvimos en Isabel la Católica donde expedimos muchos de estos carnets, estos se supone que deben ser actualizados cada tres meses debido a la actividad sexual que tienen ellas, pero estamos en un trabajo en conjunto con Fiscalización y Salud Municipal”.
“Antes este documento era obligatorio para que ellas pudieran laborar pero actualmente ya es voluntario por la cuestión de los derechos humanos; en las brigadas yo les digo que todo esto es para ellas porque si se encuentran bien podrán seguir laborando sin problemas, pero si llegaran a salir mal nosotros estamos para apoyar y dar una guía”.
Muchas de las mujeres que se dedican a esta labor lo hacen por la necesidad de ser el pilar de sus familias ya que, la mayoría de ellas no cuentan con una red de apoyo y deben de mantener a una familia, así es el caso de una de las entrevistadas que se identificó como Alejandra de 37 años, nombre que utiliza para realizar su labor.
“Desgraciadamente una como trabajadora sexual debe vivir con la discriminación, también debemos de buscar la forma de evitar los constantes peligros a los cuales estamos expuestas día con día, como el subirnos al automóvil de alguien desconocido con el riesgo de no volver con vida; a mi gracias a Dios en los 10 años que llevo dedicándome a esto no me ha pasado nada pero he escuchado que a muchas compañeras las han amenazado varios clientes”.
Contó que durante años trabajó en la zona de tolerancia de la ciudad y fue donde sufrió malos tratos por parte de los elementos de la Policía Municipal los cuales las detenían y después les imponían multas muy costosas que a veces era imposible de pagar debido a que no todos los días cumplía con una cuota.
“La policía también nos ha tratado muy mal por nuestra profesión cuando nos deberían tratar como una ciudadana más, cuando trabajé en Isabel la Católica la policía nos trepaba a las patrullas y nos ponían multas demasiado altas cuando en este trabajo a veces se gana y muchas otras veces no se gana nada”.
Mencionó que al ser madre soltera de tres hijos no ha podido abandonar su trabajo y aseguró que para ganar bien se debe de trabajar demasiado siendo para ella algo muy desagradable.
“Tengo tres hijos a los cuales sin ayuda de nadie más debo cuidar y mantener, en esta chamba hay que trabajar mucho para poder conseguir un buen sueldo y la verdad es que no es para nada agradable”.
Comentó que en su antiguo trabajo se pedía de manera obligatoria un carnet donde se afirmara que no sufría de alguna enfermedad de transmisión sexual para seguir laborando mientras que en su actual área de trabajo muchas de sus compañeras no son tan responsables por cuidarse a ellas mismas o a los clientes.
“Cuando trabajé en Isabela Católica el carnet era obligatorio, una no podía tener clientes sin demostrar que estábamos sanas, donde trabajo actualmente he sabido de muchas compañeras que trabajan no utilizan preservativos provocando un foco de infección que puede llegar a afectar a muchos por eso, yo si llevo en regla mi carnet y siempre hago que los clientes usen condón”.
Confesó que su mayor sueño es poder trabajar como cocinera aunque reconoce que el ser trabajadora sexual le ha ayudado a salir adelante y mantener a sus tres hijos y por ello no hace menos esta labor.
“La verdad me gustaría poder dedicarme a otra cosa, mi sueño siempre ha sido abrir un restaurante o un local para vender guisados, espero que en algún momento de mi vida sea posible dejar este trabajo, no lo denigro porque gracias a él he podido darle de comer a mis hijos y salir adelante pero, si puedo conseguir un apoyo del gobierno trabajaría de otra cosa sin dudarlo”.
Por su parte Carolina, otra trabajadora sexual quien también compartió su testimonio sobre cómo ha sido su experiencia desde los 13 años que inició en este ambiente laboral.
“Comencé a trabajar en esto desde los 13 años, mi familia lo sabe y no me ha hecho menos ni se espantan, creo que es mejor que lo sepan a que por alguna razón se enteren desde afuera y sea peor el impacto emocional”.
Narró cual ha sido su experiencia con la policía, concordando con Alejandra sobre las elevadas multas y los malos tratos que han experimentado por estas autoridades.
“Trabajo en la Zona Centro de la ciudad, somos muy discretas por la misma razón de que sabemos no es un área permitida, pero la gente que nos observa lo hacen con desprecio y no se diga la policía municipal, siempre que nos ven ahí paradas aprovechan para multarnos y así es cada que tienen oportunidad”.
“Ya nos hemos puesto en contacto con varias autoridades municipales para solicitar su apoyo en que dejen de violentarnos, no es un trabajo en el que se gane mucho y lo poco que sacamos es para pagar deudas, tengo un hijo y estoy embarazada, el pagar los materiales para la escuela, su uniformes, todo está bastante caro y en lo personal no me doy abasto”.
Contó una de las experiencias más traumáticas que ha vivido al estar trabajando, cuando tuvo que buscar la forma de atender a un presunto narco quien ya la tenía amenazada.
“Cuando era más joven yo me iba a Michoacán, en ese tiempo estaba empezando a verse más lo que eran los cárteles, me tocó atender a un joven el cual me quería obligar a irme con él, le dije que no me iba a salir de ahí porque tenía a mis hijos, me respondió que cómo si podía estar ahí sin pensar en ellos, casi casi que yo me lo estaba buscando, pues hizo lo que tenía que hacer y ya me tenía bien amenazada, la verdad si le reclamé al jefe porque nos tenía que avisar cuando atendiéramos a gente así y ya no volví a ese lugar”.
De esa forma pasan sus días, algunas tratando de salir del mundo del trabajo sexual, pero después de intentar, terminan regresando a el por las precarias condiciones laborales que sin importar el tiempo que inviertan en sus centros laborales, no les deja el dinero suficiente para cubrir las necesidades de su familia, ni el tiempo para estar con ellos.