El obispo de la Diócesis de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, aseguró que la Santa Muerte no es la representación correcta para conmemorar el Día de Muertos.
Explicó que la muerte esta no debe ser vista como un ente físico o esquelético, sino como un proceso natural de la vida.
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El Obispo de la Diócesis de Irapuato expresó su preocupación ante la creciente popularidad de la devoción a esta figura y alertó sobre los peligros de desviar la verdadera espiritualidad hacia prácticas paganas.
Para el obispo Díaz, el término "santa muerte" en su origen dentro de la fe católica hace referencia a un momento de encuentro espiritual con Dios, más que a la personificación de la muerte en sí.
Explicó que, al pedir una “santa muerte”, lo que se busca es tener un buen discernimiento, un buen acto y, en ese momento, tener presente a Dios; sin embargo, el obispo lamenta que en la actualidad se haya distorsionado el sentido de esta devoción, llevándola incluso a prácticas de daño hacia otros.
“Cuando ponemos a la Santa Muerte incluso en oraciones pidiéndole daño o maldad para otra persona, estamos desviando mucho la devoción”, comentó.
Recordó que durante su infancia era común rezar por una santa muerte, entendida como un final de vida en paz y en comunión con Dios.
El obispo comentó que uno de los patronos asociados a esta idea es San José, quien representa una muerte santa por su cercanía y fe en Cristo, pero no es ese esqueleto que algunas personas imaginan; asimismo, advirtió que la distorsión de esta devoción puede conducir a prácticas satánicas.
“San José es patrono que nos invitaban a tener una santa muerte, pero no es ese esqueleto, se va cayendo en paganismos y no solo en eso, sino también en el Satanismo buscando el mal en otras personas”.
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Para Erique Díaz, esta es una muestra de cómo la falta de conocimiento de la verdadera espiritualidad y enseñanza católica puede llevar a las personas a quedarse en una visión superficial, alejándose de la esencia de la fe católica.
El obispo hizo un llamado a los fieles a fortalecer su conocimiento religioso y centrarse en una devoción que los acerque a Cristo, evitando caer en creencias y prácticas que puedan considerarse contrarias a la fe católica.