El Pan de Muerto es una de las tradiciones más emblemáticas del mes de noviembre y un elemento importante en los altares de muertos, según explicó Gerardo Salgado Valtierra en entrevista para El Sol de Irapuato. Quien también agregó que en el estado de Guanajuato, esta tradición se celebra con una notable variedad de panes, sumando hasta nueve tipos diferentes, cada uno con su propio simbolismo y características.
Entre los panes que destacan en Guanajuato están el pan de bendición, dedicado a los niños difuntos y la quesadilla azucarada, esta se ofrece en Valtierrilla, el pan de muerto tradicional, que la mayoría de las personas conoce, está elaborado con ingredientes como azúcar, anís, ralladura de naranja y harina, además, existe el pan con ajonjolí y el pan fantasma, este último decorado con azúcar glas, otro pan importante es el pan de pulque, característico de Acámbaro, que en lugar de levadura usa pulque, lo que provoca su fermentación.
La lista también incluye la rosqueta, un pan más duro que se elabora con anís, naranja y azúcar, con una costra escarchada en rosa o naranja, finalmente, está el pan creativo, elaborado igualmente en Acámbaro, que adopta formas según la profesión del difunto, como si se tratara de una representación en masa de alfeñique.
Gerardo Salgado destacó que el pan más tradicional de la región centro de Guanajuato, en municipios como Celaya, Salamanca, Irapuato, Silao y León, es aquel que tiene la forma de un cráneo con huesitos en la superficie, el cual se suele comer durante esta época del año, aunque algunos de los otros tipos de pan que se mencionaron se elaboran exclusivamente para el 2 de noviembre.
El pan de muerto tiene un origen que se remonta a la época prehispánica y al igual que la flor de cempasúchil, se ha convertido en un símbolo reconocido en todo México, su preparación incluye ingredientes como anís, ralladura de naranja y en algunos casos leche o agua, lo que le otorga su característico aroma. En el altar de muertos, este pan tiene un significado especial, su esencia, al igual que su aroma, que según la tradición atrae a las almas, que se llevan esta "esencia" del pan durante su visita.
La tradición del Pan de Muerto sigue viva, no solo como un alimento simbólico, sino como una ofrenda llena de significado en los altares que honran a los difuntos, conservando el espíritu de una costumbre que ha perdurado por generaciones.