La narcolepsia, un trastorno neurológico que afecta al 0.2% de la población, continúa siendo un desafío médico debido a su diagnóstico tardío y sus efectos en la calidad de vida de quienes la padecen; este trastorno, que suele manifestarse entre los 20 y 40 años, afecta por igual a hombres y mujeres.
Jerson Alejandro Figueroa Ríos, psiquiatra irapuatense, explicó que en la mayoría de los casos no se identifica una causa clara, aunque en algunas personas puede deberse a lesiones en el hipocampo.
“Los síntomas principales incluyen somnolencia excesiva durante el día, sueño fragmentado por la noche, parálisis del sueño y, en algunos casos, alucinaciones visuales o auditivas al despertar o antes de dormir”, señaló el especialista.
Uno de los síntomas más característicos es la cataplejía, que provoca una pérdida repentina de fuerza muscular tras experimentar emociones intensas.
“A menudo, los pacientes describen estos episodios de sueño como muy placenteros, frecuentemente acompañados de sueños vívidos”, agregó Figueroa.
Compartió que para diagnosticar la narcolepsia, se requiere una prueba especializada, como el test de latencias múltiples de sueño, precedido por una polisomnografía. Sin embargo, aclaró que el trastorno puede confundirse con otras enfermedades, como apnea del sueño, epilepsia o depresión, o incluso atribuirse a flojera, lo que dificulta su identificación.
Sobre el tratamiento, recomendó evitar el desvelo y sustancias que alteren el sueño. Aunque medicamentos como modafinil y oxibato han demostrado eficacia, algunos no están disponibles en México. El especialista enfatizó la importancia de buscar ayuda profesional para manejar este trastorno de manera oportuna y mejorar la calidad de vida.
Andrea Casillas Figueroa, diagnosticada con narcolepsia desde los 15 años, compartió su experiencia.
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“Recuerdo que después de una varicela empecé a tener mucho sueño en todos lados. Me quedaba dormida en clase, en el cine, incluso en los camiones. Todos pensaban que era por el crecimiento, pero en realidad era narcolepsia con cataplejía”. A sus 29 años, relató cómo el trastorno afectó su vida diaria y emocional, con diagnósticos erróneos de depresión y TDAH que retrasaron el tratamiento adecuado.