El obispo de la Diócesis de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, aseguró que es momento de que haya una revolución del pensamiento y los migrantes sean vistos como sujetos que tienen derechos y no como una amenaza, pues se trata de un fenómeno que existe a nivel mundial, señal de que se trata de un problema generalizado y no sólo de algunas naciones.
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Enrique Díaz Díaz compartió que durante la reciente reunión que sostuvieron con el Papa Francisco los obispos de algunas partes del país, entre las que estaban los de Guanajuato y los de la frontera de México con Estados Unidos, éste les manifestó su preocupación por el tema migratorio, pues dijo que se trata de una situación compleja y difícil que abarca a todas las estructuras sociales.
Puso como ejemplo el caso de Irapuato, en donde se ha visto cómo en los últimos meses se han visto oleadas pronunciadas de migrantes, los cuales ha permanecido durante días debajo del puente Siglo XXI, en lo que esperan el tren que los lleve hacia la frontera, para intentar cruzar hacia Estados Unidos.
“Lo hemos visto aquí, los hemos visitado abajo del puente, en donde hay muchas personas, han ido integrantes de Cáritas, de algunas otras parroquias y estamos apoyando, pero son apoyos mínimos frente a la grave situación”, señaló.
Por ello, dijo que es momento de que exista un cambio de mentalidad y exista una real política pública si no mundial, al menos nacional, para que a estas personas se les respeten sus derechos humanos en su tránsito por el país.
“Creo que en esto se tendría que dar una revolución de nuestro pensamiento, para mirar al migrante como hermano, al migrante como una persona necesitada, al migrante como alguien sujeto de derechos.
“Cuando comentábamos estas situaciones, comentaban las Diócesis de las ciudades fronterizas cómo se llega a situaciones tan complejas, tan difíciles, que no se puede atender a tantas personas y esto sí amenaza con agravar, tendremos que seguir luchando y trabajando cada quien desde nuestro lado, pero también los países, la economía mundial tiene que tener más en cuenta que cada migrante es una persona en búsqueda de una vida digna”, dijo el Obispo de la Diócesis de Irapuato.
Guanajuato, el respiro para los migrantes
Aunque su destino no es Guanajuato, para ellos llegar al estado se convierte en un respiro.
“Me dijeron en Chiapas ‘si llegas a Guanajuato, ya la hiciste, ya casi estás en la frontera’. Yo no sabía por qué, pero andar por Veracruz, Puebla, la Ciudad de México y el Estado de México es un infierno. Te golpean, te roban, a un amigo lo secuestraron, lo que quieres es salir de ahí y llegar a otro destino, descansar, tomar un respiro de unos días y continuar hacia arriba”, relató Wilmer Santos, un colombiano que salió hace un mes y medio de su patria y que no ha podido comunicarse con su familia porque le robaron su celular, su dinero y lo poco que gana en los cruceros lo usa para comprar agua, comida y gasas para sus pies que dan testimonio de que ser migrante es más doloroso de lo que se piensa.
De acuerdo con el Diagnóstico de Movilidad Humana en Guanajuato, elaborado por la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas de la Secretaría de Gobierno, entre 2019 y 2021, 9 de cada 10 personas migrantes que llegaban a Guanajuato y era presentadas ante una estación migratoria o llevadas a un albergue eran de nacionalidad hondureña, nicaragüense o guatemalteca; sin embargo, a finales de 2022, particularmente desde octubre de ese año, se empezó a notar una oleada de sudamericanos, sobre todo venezolanos y colombianos, y la ecuación queda que por cada 10 migrantes que llegan al estado, dos son de Colombia, dos de Venezuela, cuatro de Centroamérica y dos de Haití.
Wilmer Santos es uno de esos colombianos que decidió abandonar su país. Era eso o morir de hambre, dice.
“En Quibdó, que es la capital del departamento del Chocó, estamos pasando por una crisis humanitaria muy fuerte. Hay mucho hermano venezolano que está llegando, pero no hay trabajo tampoco ahí, entonces hay mucho robo, pocas oportunidades, mucha delincuencia y quedarme ahí era morir de hambre o morir en un asalto. Mi hermano murió en un asalto, traía 400 mil pesos (unos mil 620 pesos mexicanos) en la bolsa porque había vendido una televisión y eso costó la vida de mi hermano”, contó Wilmer.
En Guanajuato, la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional de Guanajuato ha jugado un papel importante para que los migrantes de paso puedan tener las menos complicaciones posibles. Incluso, el gobierno federal, en el propio Diagnóstico de Movilidad Humana en Guanajuato, elaborado por la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas, reconoció que el estado cuenta con instituciones fuertes para atender la migración ilegal.
“La presencia de una fuerte estructura institucional en Guanajuato ha redituado en estrategias de atención y colaboración entre diversos organismos en pro de la población migrante y refugiada. Por ejemplo, la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional tiene un convenio con el ACNUR para difundir información sobre los derechos de las personas solicitantes de la condición de refugiado y beneficiarias de protección internacional, a través de las oficinas de atención al migrante en los municipios del estado de Guanajuato”.
Sin embargo, para el obispo de la Diócesis de Irapuato, los esfuerzos aislados de poco sirven, cuando los migrantes sufren durante todo el trayecto que recorren en la búsqueda del sueño americano.