/ domingo 18 de agosto de 2024

La peor tragedia de Irapuato, recuerdos de la inundación de 1973

Aquél fatídico día, la fuerza del agua desbordada sorprendió a miles de personas, llevando consigo hogares, pertenencias y, en muchos casos, vidas

La devastadora inundación de 1973 en el municipio de Irapuato dejó una huella imborrable en la memoria de quienes la vivieron y de sus descendientes.

Aquél fatídico día, la fuerza del agua desbordada sorprendió a miles de personas, llevando consigo hogares, pertenencias y, en muchos casos, vidas.

En esa época la agricultura ya era un sector realmente importante en la zona, tanto que el expresidente Luis Echeverría mandó alrededor de 25 millones de pesos para invertirlos en captación de agua, construcción de caminos y más, además de que pedía en repetidas ocasiones a los jóvenes a formar parte del campo; así lo decían las páginas del Guanajuato Diario del Bajío en 1973.

Actualmente hay un testimonio de esa versión, el de José Rodríguez Morales de 79 años, quien vivió de cerca esta tragedia y aseguró que él percibió que esto fue una situación provocada por los militares, historia que afirmó toda persona que lo experimentó no lo hizo público debido al temor de las represalias.

"El ejército estaba en la zona, pero no hicieron mucho, incluso dinamitaron un bordo para liberar el agua, lo que solo empeoró las cosas, cuando todo terminó, en lugar de ayuda, lo único que recibimos fue una escoba para limpiar, la gente decía que por querer salvar algunas tierras de cultivo, los militares encauzaron el agua hacia la ciudad sin saber lo que iban a provocar"

Narró que fue testigo de cómo la corriente arrastró a las personas que se encontraban cruzando el puente San José, además de que mucha gente que se encontraba de compras se vieron atrapadas por la profundidad del agua.

"Cuando el agua brincó el puente, empezó a llevarse a la gente, en el edificio donde estaba la tienda Blanco, la presión del agua levantó el edificio, y luego, como si fuera una escena de película, volvió a caer en su lugar, esa tarde, muchas personas que estaban haciendo compras en la tienda se vieron atrapadas, se transformó en una lucha por la supervivencia.

José contó cómo su familia tuvo que abandonar su hogar rápidamente para salvar sus vidas, ya que su hogar quedó totalmente hundido dejando solo visible el techo.

"Mi papá acababa de comprar una camioneta, la amarramos con una soga a un poste en medio de la calle y nos fuimos a refugiar con mi hermano en Abasolo, la casa quedó sumergida, solo se veía el techo," dijo, con un tanto de miedo y desesperación que volvieron a él al recordar lo que sintieron.

Asimismo, comentó que la corriente arrastró a un hombre por querer salvar a su ganado, lo que provocó su muerte y añadió que una figura religiosa de gran importancia se perdió por días hasta que la encontraron a una gran distancia del templo del que salió.

“El impacto fue tan grande que algunas áreas de la ciudad quedaron sepultadas bajo el agua, en Independencia, un hombre intentó salvar a sus animales, pero la corriente lo arrastró; en el templo de San Antonio, el Cristo desapareció y fue encontrado kilómetros más adelante".

Además, mencionó que muchas de las pérdidas humanas y materiales fueron supuestamente encubiertas por las autoridades.

"Mucha gente murió, pero el gobierno ocultó la verdadera magnitud del desastre, en el campo militar, hicieron una fosa común para las víctimas, nadie habla de eso, pero es la verdad", afirmó.

Décadas después, José Rodríguez Morales sigue viviendo con el recuerdo de aquella inundación, la casa familiar, que una vez estuvo llena de vida, actualmente se encuentra en ruinas, un testimonio silencioso de lo que ocurrió en 1973.

"Mi mamá y mi papá ya murieron, y ahora mis hermanas están vendiendo la casa, aún se puede ver el daño que hizo el agua”, compartió José, quien ha conservado fotografías y documentos que atestiguan la devastación.

La historia de José es solo una de muchas, las heridas de la inundación de 1973 siguen abiertas para quienes la vivieron, y su testimonio es un recordatorio de la fragilidad de la vida ante la fuerza implacable de la naturaleza, pero también es un llamado a no olvidar, a reconocer las pérdidas y a rendir homenaje a aquellos que no tuvieron la oportunidad de escapar.

La devastadora inundación de 1973 en el municipio de Irapuato dejó una huella imborrable en la memoria de quienes la vivieron y de sus descendientes.

Aquél fatídico día, la fuerza del agua desbordada sorprendió a miles de personas, llevando consigo hogares, pertenencias y, en muchos casos, vidas.

En esa época la agricultura ya era un sector realmente importante en la zona, tanto que el expresidente Luis Echeverría mandó alrededor de 25 millones de pesos para invertirlos en captación de agua, construcción de caminos y más, además de que pedía en repetidas ocasiones a los jóvenes a formar parte del campo; así lo decían las páginas del Guanajuato Diario del Bajío en 1973.

Actualmente hay un testimonio de esa versión, el de José Rodríguez Morales de 79 años, quien vivió de cerca esta tragedia y aseguró que él percibió que esto fue una situación provocada por los militares, historia que afirmó toda persona que lo experimentó no lo hizo público debido al temor de las represalias.

"El ejército estaba en la zona, pero no hicieron mucho, incluso dinamitaron un bordo para liberar el agua, lo que solo empeoró las cosas, cuando todo terminó, en lugar de ayuda, lo único que recibimos fue una escoba para limpiar, la gente decía que por querer salvar algunas tierras de cultivo, los militares encauzaron el agua hacia la ciudad sin saber lo que iban a provocar"

Narró que fue testigo de cómo la corriente arrastró a las personas que se encontraban cruzando el puente San José, además de que mucha gente que se encontraba de compras se vieron atrapadas por la profundidad del agua.

"Cuando el agua brincó el puente, empezó a llevarse a la gente, en el edificio donde estaba la tienda Blanco, la presión del agua levantó el edificio, y luego, como si fuera una escena de película, volvió a caer en su lugar, esa tarde, muchas personas que estaban haciendo compras en la tienda se vieron atrapadas, se transformó en una lucha por la supervivencia.

José contó cómo su familia tuvo que abandonar su hogar rápidamente para salvar sus vidas, ya que su hogar quedó totalmente hundido dejando solo visible el techo.

"Mi papá acababa de comprar una camioneta, la amarramos con una soga a un poste en medio de la calle y nos fuimos a refugiar con mi hermano en Abasolo, la casa quedó sumergida, solo se veía el techo," dijo, con un tanto de miedo y desesperación que volvieron a él al recordar lo que sintieron.

Asimismo, comentó que la corriente arrastró a un hombre por querer salvar a su ganado, lo que provocó su muerte y añadió que una figura religiosa de gran importancia se perdió por días hasta que la encontraron a una gran distancia del templo del que salió.

“El impacto fue tan grande que algunas áreas de la ciudad quedaron sepultadas bajo el agua, en Independencia, un hombre intentó salvar a sus animales, pero la corriente lo arrastró; en el templo de San Antonio, el Cristo desapareció y fue encontrado kilómetros más adelante".

Además, mencionó que muchas de las pérdidas humanas y materiales fueron supuestamente encubiertas por las autoridades.

"Mucha gente murió, pero el gobierno ocultó la verdadera magnitud del desastre, en el campo militar, hicieron una fosa común para las víctimas, nadie habla de eso, pero es la verdad", afirmó.

Décadas después, José Rodríguez Morales sigue viviendo con el recuerdo de aquella inundación, la casa familiar, que una vez estuvo llena de vida, actualmente se encuentra en ruinas, un testimonio silencioso de lo que ocurrió en 1973.

"Mi mamá y mi papá ya murieron, y ahora mis hermanas están vendiendo la casa, aún se puede ver el daño que hizo el agua”, compartió José, quien ha conservado fotografías y documentos que atestiguan la devastación.

La historia de José es solo una de muchas, las heridas de la inundación de 1973 siguen abiertas para quienes la vivieron, y su testimonio es un recordatorio de la fragilidad de la vida ante la fuerza implacable de la naturaleza, pero también es un llamado a no olvidar, a reconocer las pérdidas y a rendir homenaje a aquellos que no tuvieron la oportunidad de escapar.

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