La leyenda de “Quica”, La Bruja de San Antonio

El barrio de San Antonio, está situado en los actuales cruces de Torres Landa e Independencia

Paul Witrago | El Sol de Irapuato

  · domingo 18 de febrero de 2024

Fotos: Marco Bedolla / El Sol de Irapuato

Las leyendas son un relato o historias que cuenta sobre hechos sobrenaturales que se van trasmitiendo de generación en generación, ya sea de manera oral o escrita, dentro de una familia, una comunidad, un pueblo o ciudad, que describe los sucesos paranormales por lo regular.

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Irapuato es una ciudad que tiene cientos de leyendas y mitos y hoy en día las nuevas generaciones de sus ciudadanos no conocen algunos de estos relatos.

Con anterioridad, nuestros abuelos contaban a sus hijos y nietos este tipo, de leyendas que eran interesantes escucharlos y que ponían a trabajar la imaginación de todos los que escuchaban estas historias sobre la leyenda o mito que les platicaban.

Cuenta una leyenda que en el antiguo Irapuato vivía una mujer a quien conocían como “Quica”, quien era una mujer que vivió en la congregación de Irapuato y era considerada una mala mujer de perversas entrañas que metía intrigas en su familia y qué logro desunirla.

Tenía una enorme voracidad por el dinero, que llegó a robar a su marido a manos llenas abusando de su ingenuidad hasta dejarlo al borde de la ruina, se dice que en la cerrada sociedad colonial, la mujer hacía alardes, hacía la caridad en su loca ambición por destacar en esa sociedad, pero nunca lo logro, su cara de arpía era una barrera infranqueable que causaba pavor y despreció.

Se dice que “Quica” tuvo varios hijos, de los cuales de su madre nunca recibieron la menor muestra de cariño y afecto y poco a poco fueron alejándose del hogar que la mala mujer había formado, al quedarse sola y comprobar que todo el mundo le daba la espalda, se dedicó a ejercer la brujería, aseguraba la gente del barrio de San Antonio y la Salud, porque según ellos tenía pacto con el diablo.

Todas las noches decían sus sirvientes que la observaban dar vueltas como enajenada al rededor de un enorme aljibe, lanzando amenazas y rezando oraciones diabólicas que tenían el poder de hacer el mal a las personas, un día los criados la encontraron muerta y observaron que de su frente salían protuberancias extrañas.

Cuando la llevaron a enterrar, algunas personas piadosas, comentaron que el señor cura a la hora de bendecir el féretro, este se comportó de forma muy extraña causando temor entre los asistentes al sepelio, lo que provoco que todos se retirarán de inmediato.

También cuentan que el panteonero al acercarse a lugar para investigar el porqué la gente se retiró de ese lugar, porque le dijeron que había visto varios demonios que con espantosos alaridos se habían llevado el cuerpo de la bruja, además había dejado un olor a azufre.

Desde entonces se dice que el panteón de San Antonio fue abandonado, porque siempre existió ese temor de que “Quica” se apareciera de diferentes maneras para tratar de seducir a alguna persona y más si fuera adinerada, aunque dice la leyenda que esta mujer nunca se apareció.

El barrio de San Antonio, está situado en los actuales cruces de Torres Landa e Independencia, por muchos años fue y es el único vestigio de lo que fue el primer panteón público de Irapuato.

El desaparecido panteón de San Antonio, se abrió hacia 1835, se cerró, a una epidemia de cólera que afecto a la villa irapuatense en 1876.

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Aunque el panteón era visitado hacia 1920 en que se clausuró definitivamente, en el año de 1929 se construyó en el lugar el estadio Álvaro Obregón, abarcando las actuales calles de Torres Landa, Independencia, Juan Cano y Andrés Figueroa.