En Irapuato, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús y Hermanas Piadosas se erige como un símbolo de devoción y tradición arraigada en el corazón de la comunidad. Con 106 años de historia, esta hermandad se distingue por su compromiso inquebrantable de trasladar las andas del viacrucis de las imágenes del Templo del Convento, en una muestra de fe que atraviesa generaciones.
Daniel Pérez Cervantes, coordinador de la hermandad, destaca el profundo sentido de devoción que impulsa a sus miembros. Para ellos, más que una tradición, es un compromiso sagrado hacia Nuestro Padre Jesús y su madre, la Santísima Virgen de los Dolores.
Desde su fundación en 1918, esta devoción se ha transmitido de generación en generación, constituyendo un legado que perdura en el tiempo.
“Más que un compromiso, una responsabilidad, una esfuerzo, un sacrificio para nosotros, principalmente es una devoción. Nosotros que pertenecemos a la hermandad nos vamos más hacia la devoción, una devoción que tenemos muchos de aquí desde hace cuatro generaciones, porque desde 1918, año en que se formó esta hermandad, se ha mantenido esa devoción que además nos trasmitieron nuestros familiares desde entonces.” comentó Daniel Pérez
La carga de las andas, que pesan alrededor de 800 kilos, se convierte en un acto de entrega y sacrificio, en el cual los cargadores encuentran fortaleza en su fe. El viacrucis, que recorre las calles de Irapuato hasta el atrio del templo, se convierte en un momento de profunda reflexión y acompañamiento al sufrimiento de Jesucristo.
En medio de la pandemia, la presencia de hermanos se ha visto afectada, pero la hermandad persiste en su llamado a mantener viva esta tradición. Con un registro de 230 hermanos, invitan a la comunidad a seguir apoyando esta manifestación de fe que ha perdurado por más de un siglo.
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La Hermandad de Nuestro Padre Jesús y Hermanas Piadosas representa no solo una tradición arraigada, sino también un testimonio vivo de devoción y compromiso espiritual en la ciudad de Irapuato.