Doña Martha Avitia recuerda lo que vivió ese 18 de agosto: “Vivíamos en una casa de Guerrero frente a donde eran los almacenes Blanco, mi hermano Raúl llegó días antes de visita con su familia, era sábado temprano y ya la gente andaba apurada porque decían que se iba a reventar la presa de El Conejo.
Eran la una de la tarde y el agua fue subiendo muy rápido y abrió la puerta, veíamos cómo pasaban cosas, muebles, coches y animales entre el agua, alguien dijo que vieron a un hombre muerto también, pero por las prisas nadie subió nada para comer y cuando quisieron rescatar algo de la cocina ya todo estaba entre el agua, a las tres de la madrugada, una de mis sobrinas agarró una gallina de entre el agua y con puros papeles la asamos y eso estuvimos comiendo”.
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