/ domingo 18 de agosto de 2024

El peor desastre natural que me tocó vivir: Ramón Araujo, sobreviviente de la inundación de 1973

El 18 de agosto de 1973 es una fecha imborrable para los habitantes de Irapuato

Ramón Araujo Pérez vivió en carne propia la inundación de 1973, el escenario catatrófico más grande que le ha tocado vivir en su vida.

El 18 de agosto de 1973 es una fecha imborrable para los habitantes de Irapuato. La tragedia de la inundación dejó en la comunidad irapuatense, y hoy, 51 años después, un testigo de esos eventos nos recuerda los detalles de aquel día devastador. Ramón Araujo Pérez, originario de la comunidad de Arandas, revive para El Sol de Irapuato los momentos que marcaron esos sucesos.

Ramón Araujo Pérez, quien vivió la tragedia desde que inició de la inundación, relató que el caos comenzó con el desbordamiento de la presa del Conejo y la presa del Bajo Arandas, aunque esta última, era destinada a la agricultura, pero fue un factor crucial en la magnitud de la tragedia, la falta de control y prevención, sumada a la inacción ante las alertas, amplificó el desastre.

Mudo testigo, las manivelas.



Según Ramón Araujo, se había hablado de la posibilidad de un vuelo en helicóptero para evaluar la situación en la presa de La Llave, también como La Gavia, entre otras, que ya presentaba signos de saturación. Sin embargo, la falta de respuesta oportuna por parte de las autoridades contribuyó a la magnitud de la inundación.

Ramón Araujo recuerda que la comunidad de La Soledad ya había comenzado a reportar inundaciones antes del desastre, a pesar de las quejas presentadas al presidente municipal Max Kirchbach Fajardo y al general de la zona, así como a Simeón Mora, líder de la CNC, las medidas preventivas no se tomaron a tiempo.

Uno de los episodios más dramáticos que relata Araujo ocurrió cuando Kirchbach llegó a Arandas, entre las 12 y 1 de la tarde de ese día, con una lancha de motor para ayudar a evacuar a los residentes atrapados, a pesar de sus esfuerzos, las fuertes corrientes impidieron el avance, y la lancha quedó atrapada. Kirchbach y otros quedaron en un mezquite que eventualmente cedió bajo el peso de las personas y la fuerza del agua. Afortunadamente, algunas ramas del árbol ayudaron a evitar una tragedia aún mayor.


Más tarde, alrededor de las tres de la tarde, llegaron militares que, con una cuerda, lograron rescatar a los sobrevivientes, incluido el presidente municipal. Ramón Araujo, quien en ese entonces era delegado de la comunidad, recuerda que Kirchbach mostraba signos de culpa y desesperación por la falta de acción efectiva, así lo señalo.

También Ramón Araujo Pérez comentó que un capitán del Ejército, que estaba inspeccionando la zona a caballo, quedó atrapado también.

Aunque un helicóptero llegó para rescatarlo, primero tuvo que dejar a más de 10 personas, porque esta aereonave no podía elevarse demasiado por el peso de las personas que traía, lo que lo obligo a aterrizar en esta zona donde se encontraba Ramón y una vez que abajo dejo a estas personas en ese lugar más seguro y solo se llevó al capitán.

Finalmente, dijo que la compuerta del vaso regulador de la presa del Conejo, que debió haberse mantenido abierta, la cual se entiende que no la abrieron a tiempo ya cuando quisieron ya no pudieron abrirla, porque la compuerta debió permanecer abierta, pero la falta de una apertura oportuna de la compuerta fue una de las causas principales del desbordamiento.

Ramón Araujo Pérez vivió en carne propia la inundación de 1973, el escenario catatrófico más grande que le ha tocado vivir en su vida.

El 18 de agosto de 1973 es una fecha imborrable para los habitantes de Irapuato. La tragedia de la inundación dejó en la comunidad irapuatense, y hoy, 51 años después, un testigo de esos eventos nos recuerda los detalles de aquel día devastador. Ramón Araujo Pérez, originario de la comunidad de Arandas, revive para El Sol de Irapuato los momentos que marcaron esos sucesos.

Ramón Araujo Pérez, quien vivió la tragedia desde que inició de la inundación, relató que el caos comenzó con el desbordamiento de la presa del Conejo y la presa del Bajo Arandas, aunque esta última, era destinada a la agricultura, pero fue un factor crucial en la magnitud de la tragedia, la falta de control y prevención, sumada a la inacción ante las alertas, amplificó el desastre.

Mudo testigo, las manivelas.



Según Ramón Araujo, se había hablado de la posibilidad de un vuelo en helicóptero para evaluar la situación en la presa de La Llave, también como La Gavia, entre otras, que ya presentaba signos de saturación. Sin embargo, la falta de respuesta oportuna por parte de las autoridades contribuyó a la magnitud de la inundación.

Ramón Araujo recuerda que la comunidad de La Soledad ya había comenzado a reportar inundaciones antes del desastre, a pesar de las quejas presentadas al presidente municipal Max Kirchbach Fajardo y al general de la zona, así como a Simeón Mora, líder de la CNC, las medidas preventivas no se tomaron a tiempo.

Uno de los episodios más dramáticos que relata Araujo ocurrió cuando Kirchbach llegó a Arandas, entre las 12 y 1 de la tarde de ese día, con una lancha de motor para ayudar a evacuar a los residentes atrapados, a pesar de sus esfuerzos, las fuertes corrientes impidieron el avance, y la lancha quedó atrapada. Kirchbach y otros quedaron en un mezquite que eventualmente cedió bajo el peso de las personas y la fuerza del agua. Afortunadamente, algunas ramas del árbol ayudaron a evitar una tragedia aún mayor.


Más tarde, alrededor de las tres de la tarde, llegaron militares que, con una cuerda, lograron rescatar a los sobrevivientes, incluido el presidente municipal. Ramón Araujo, quien en ese entonces era delegado de la comunidad, recuerda que Kirchbach mostraba signos de culpa y desesperación por la falta de acción efectiva, así lo señalo.

También Ramón Araujo Pérez comentó que un capitán del Ejército, que estaba inspeccionando la zona a caballo, quedó atrapado también.

Aunque un helicóptero llegó para rescatarlo, primero tuvo que dejar a más de 10 personas, porque esta aereonave no podía elevarse demasiado por el peso de las personas que traía, lo que lo obligo a aterrizar en esta zona donde se encontraba Ramón y una vez que abajo dejo a estas personas en ese lugar más seguro y solo se llevó al capitán.

Finalmente, dijo que la compuerta del vaso regulador de la presa del Conejo, que debió haberse mantenido abierta, la cual se entiende que no la abrieron a tiempo ya cuando quisieron ya no pudieron abrirla, porque la compuerta debió permanecer abierta, pero la falta de una apertura oportuna de la compuerta fue una de las causas principales del desbordamiento.

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