Irene Salazar de Méndez comparte que los panes del famoso "Chinito" ha marcado la vida de muchos habitantes de Irapuato esta tradición, que comenzó con Jesús Méndez (q.e.d.p), más conocido como el "Chinito", ha dejado imborrables recuerdos gracias a sus dulces y exquisitos panes, que más de uno ha tenido el placer de probar.
Para nosotros, es un legado, una herencia que nos dejó don Jesús Méndez, conocido como el 'Chinito' en Irapuato, esta repostería ha trascendido generaciones y hoy podemos decir con orgullo que es una tradición, somos prácticamente los únicos que seguimos vendiendo este pan en la ciudad, claro, ha habido quienes han intentado imitarlo, pero nuestros clientes saben que no es lo mismo, el sabor original no se puede igualar, comenta Irene.
Actualmente, la cuarta generación de la familia, encabezada por los nietos del "Chinito", continúa con esta noble labor. "Mis hijos están aquí, trabajando con la misma dedicación, hasta que Dios nos permita seguir, esta es una tradición hermosa, y el pan sigue siendo tan delicioso como siempre", añade Irene Salazar.
Entre las piezas que se han convertido en íconos de la tradición familiar se encuentran las coronitas y los condes, que han pasado de generación en generación, además, ofrecen otras delicias como los caracoles, empanadas, cremitas y el famoso pan de huevo, conocido por muchos como el "Chino pan de huevo".
Los condes, las coronitas, las plumitas y cremitas siguen siendo los favoritos de quienes nos visitan, incluso, jóvenes que hoy compran me cuentan cómo sus abuelos y padres los traían de pequeños a quienes les compraban los deliciosos condes del 'Chinito', y ahora ellos continúan esa tradición familiar, menciona Irene con orgullo.
Con más de 80 años de historia, este legado comenzó con el padre de Jesús Méndez, y hoy los nietos de Don Jesús Méndez, Diego e Israel Méndez, son quienes continúan elaborando el pan de manera artesanal, preservando la receta original.
"Mis hijos están agradecidos con la gente por los elogios que reciben, ya que este pan sigue siendo único, hecho a mano, sin sabores artificiales, todo natural, lo único que ha cambiado son las manos que lo preparan", concluye Irene entre risas.
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Este legado, lleno de amor y dedicación, promete seguir siendo transmitido a las nuevas generaciones de la familia Méndez, asegurando que esta tradición permanezca viva en los corazones y mesas de los irapuatenses.