Lúgubres y desolados lucen los pocos estantes abiertos donde suelen posar las charamuscas del mercado Hidalgo, una dulce tradición que irónicamente pasa el trago amargo por culpa de un asesino silencioso, el Covid-19.
Decanos de la industria charamusquera, la familia Mercado ha fabricado tan emblemático dulce de Cuévano desde 1916, el disfrutar del bondadoso sabor delas estilizadas figuras es obligatorio para los visitantes.
Por generaciones, los Mercado resguardan las majestuosas puertas del coloso de la Avenida Juárez, las cuales han visto circular a millones de personas en más de 100 años de historia.
En los estantes se apreciaban las momias hechas dulce, dando la bienvenida a las personas que visitan el recinto, mostrando su mejor lado, con suerte en cuestión de horas viajarían a Corea, España, Rusia, Brasil o Singapur para ser presumidas como una obra de arte de la dulcería mexicana, que buenos tiempos.
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Sin embargo, desde hace dos meses, las vitrinas lucen opacas, el brillo en los rostros de las escasas charamuscas que resisten al paso del tiempo se ha ido.
Se han terminado las giras por los cinco continentes, cada vez las caricias de los turistas a sus firmes cuerpos han disminuido, las momias observan los escuetos pasillos del Mercado Hidalgo, melancólicas observan las murrias tardes caer sobre Guanajuato, otro día más atrapadas en las vitrinas.
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¿Y por qué las charamuscan han perdido el boyante brillo de sus rostros? El Coronavirus, ese extraño virus que ha su paso a dejado millares de defunciones y logrado mantener en cautiverio a la raza humana.
Jaime Mercado, perteneciente a la orgullosa familia de artesanos dulcero, pese a no haber cerrado su negocio durante los pasados dos meses, narra que las ventas han decaído drásticamente, no hay forma de poder llevar sustento a su familia, pues las charamuscas no se venden.
Lo crítico, en particular, es que en su familia son siete las personas que dependen directamente de la venta de los típicos dulces.
Si ampliamos el panorama un poco más, tan solo de su puesto dependen cinco familias, las de sus hermanos, quienes desde el amasamiento del dulce, dar vida a la anatomía de las figuras, vestirlas y comercializarlas han salido adelante desde los tiempos de “La Revolución” han salido avante gracias a la dulcería tradicional cuevanense.
“La actividad aquí en el Mercado hidalgo ha sido muy baja, muy baja, hay veces que en esta contingencia que duro dos meses, ha durado por que todavía no se termina, hay semanas que no vendemos ni un peso”, comenta Mercado.
El panorama para nuestro artesano dulcero se pinta cada vez más difícil con el paso del tiempo, y aunque ha aprendido más oficios a su largo de su vida, no puede ejercerlos por la crisis sanitaria.
De que sirve tener un buen ojo fotográfico si las fiestas se han suspendido, de que sirve tener vista perimetral para marcar un penal en su papel de árbitro si las ligas locales traen alegría a los futbolistas capitalinos.
Por fortuna la tradición y las nuevas tecnologías se unieron durante la crisis, pues la promoción de dulces y charamuscas en redes sociales, fueron pieza clave para que algunas piezas pudieran ser comercializadas y enviadas a domicilio.
Claro, la panadería también está en su sangre, pero prefirió dejar el puesto a su hijo, quien también quedó sin empleo a raíz de la emergencia sanitaria.
“Me dedico a pitar futbol, soy árbitro de futbol, me dedico a sacar fotografías y videos para eventos sociales, me dedico a las charamuscas que es de lo que me mantengo y también se el oficio de panadero, o sea que si, más o menos ahí le hacemos al mil usos”, profundiza en su vida laboral.
Además del coronavirus, desde hace ya tres años, la competencia desleal también repercute en la tradición dulcera del Mercado Hidalgo.
Mercado refiere que hay paquetes turísticos que se ofertan a los visitantes, los cuales incluyen paradas en las grandes dulcerías, lo que disminuye la actividad a los artesanos tradicionales.
“Ahorita una buena venta que dices tu, una clausura de Cervantino que era buena venta, era buena venta, ahorita ya no, ya el Cervantino ya no”, comparando las ventas con los escasos 100 pesos que pudo llegar a vender durante la contingencia.
Además de la falta de ventas, los dulceros y comerciantes del Mercado, se quedaron esperando los apoyos de los gobiernos, quienes desembolsaron recursos para reactivar la economía, pero se olvidaron del corazón económico de la ciudad, el Mercado Hidalgo.
Hoy, sentado a un costado de su puesto, el cual está rodeado de negocios cerrados, Jaime Mercado espera que el turismo vuelva a Guanajuato y también las charamuscas viajen a otras ciudades, estados o países.