Amanda-Mei Christy y David Karamanis son dos voluntarios podólogos originarios de Australia, quienes han dedicado los últimos meses a hacer curaciones a las y los migrantes que llegan al municipio de Irapuato.
En entrevista con El Sol de Irapuato, contaron que se han enamorado cada vez más de su labor y narraron cómo decidieron llegar al municipio de Irapuato y que les ha generado convivir de primera mano con estas personas.
En el caso de Amanda, contó que anteriormente se dedicaba a trabajar de manera convencional dentro de un hospital, hasta que descubrió que no se sentía plena con esa labor y al conocer las acciones altruistas que realizaba David, quiso replicarlo y le gustó tanto, que se ha vuelto su vocación.
“Quería dejar el sistema hospitalario y encontrar algo distinto, algo más personal y estar en contacto con la gente, lo intenté un tiempo en Australia, pero no me gustó, hasta que una amiga me presentó a David y me contó a lo que se dedicaba y quise venir con él para ayudarlo durante tres semanas, pero me gustó tanto que cambié mi regreso hasta después de tres meses”. Amanda opinó que muchas veces la gente puede juzgar su labor, creyendo que en realidad no están haciendo nada, pero la realidad es que para ella ha sido satisfactorio.
“Creo que cuando lo ves desde afuera, puedes pensar que la gente que está haciendo voluntariados no están trabajando, aun cuando no trabajas para un jefe, es un reto, pero es mucho más gratificante ayudar incluso si solo haces cosas pequeñas”. Aseguró que esta labor le ha permitido elegir el rumbo de su destino y ha elegido dedicarse a ayudar a la gente en lo que resta de su vida.
Compartió que el primer día que llegó al municipio, una pequeña niña migrante la siguió a todas partes con una hermosa sonrisa en el rostro y que si bien, no entendía mucho lo que le decía, podía notar que era algo positivo y que le gustaba que ella estuviera ahí.
“El recuerdo más bonito y creo que el primero que tengo del voluntariado aquí en Irapuato, es que al llegar había una niña que nos seguía a todas partes y nos preguntaba muchas cosas sobre lo que estábamos haciendo, era muy linda y amable, uno a veces llega a encariñarse con ellos, pero tienen que seguir con su travesía”.
Por su parte, David Karamanis, quien inspiró a Amanda a seguir sus pasos, explicó que lleva ya dos años siendo voluntario y comenzó en su mismo país en distintas instituciones, como orfanatos, centros de rehabilitación y cárceles, hasta que decidió viajar a países latinoamericanos, donde pudo vivir en carne propia la larga travesía que siguen miles de migrantes diariamente, atravesando la selva.
“Un hombre sabio dijo ‘es más bendecido dar que recibir’, y ha sido un largo camino para mi descubrir el significado de esto; empecé con esta jornada de voluntariado desde 2022 y nunca había dejado Australia para hacer este tipo de trabajos”. Expresó que, gracias a su fe en Dios, le ha ayudado a que su trabajo esté lleno de buenas intenciones, además de que no le llega a afectar que algunas personas no valoren su dedicación y esfuerzo.
“En este momento el trabajo que realizamos para los migrantes tiene mucho propósito, nunca había encontrado tanta satisfacción como hasta ahora, puedes conocer gente muy linda y gente horrible, y aprendí que no hago este trabajo para ellos, quiero demostrar que Jesús es amor y eso me permite no ser herido cuando la gente no valora mi trabajo”
Dio a conocer que la experiencia que lo ha marcado fue que al viajar por la selva, hubo una familia a la que él acompañó hasta que llegaron al municipio, fue tan grato para David saber que pudo ser parte de esa historia y de que tuvo la oportunidad de ver que siguieron avanzando hasta llegar a su destino.
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“Mi experiencia más memorable es cuando a una familia que ayudé en la selva, hicieron todo el recorrido hasta aquí en Irapuato, los seguí hasta aquí y les dije adiós, para que pudieran seguir con su viaje”.