Gerardo Pérez, reconocido fotógrafo irapuatense, conserva entre sus documentos digitales una fotografía de él y su familia; el escenario: la fachada de su casa destruida después de la inundación.
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En 1973, Gerardo Pérez tenía ocho años y aunque ni él ni su familia estuvieron en Irapuato en el momento crítico, padecieron la pérdida de su patrimonio, de lo cual se dieron cuenta al regresar de un viaje que realizaron a Querétaro.
“Una tía se cambió a Querétaro, nos fuimos con ella a ayudarle a descargar el camión y unos días después regresamos y ya no nos dejaron entrar a la ciudad, estaba bloqueada la entrada de Salamanca a Irapuato, no sabíamos qué había pasado”, recordó.
Relató que vio cómo había varios camiones y soldados descargando víveres, cobijas y otras cosas, por lo que tuvo que pasar más tiempo para que los militares los dejaran ingresar a pie. Fue entonces que caminaron hasta donde tenían su domicilio, en la calle 5 de Febrero, a un costado de las instalaciones de la CTM.
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“Conforme íbamos pasando por las calles Álvaro Obregón, vimos mucho lodo, carros volteados, casas derrumbadas”, relató.
La ciudad se veía tan diferente, que inclusive batallaron para reconocer su vivienda, pero al verla se dieron cuenta de que ésta se había derrumbado casi por completo en la parte frontal, pues el agua se llevó la estructura de adobe y por tanto todas sus pertenencias.
“Era un desastre total esa calle, había mucho lodo, colchones tirados, muebles viejos, animales muertos, posteriormente entró la maquinaria a limpiar todo ese desastre y entró una empresa que se llamaba Indeco y empezaron a levantar lo que había quedado de esas casas, algunas las hicieron nuevas, otras, que eran de buen material, no sufrieron daño alguno”, contó.
Gerardo Pérez recordó que su abuelo, que era carpintero y utilizó algunos pedazos de madera que quedaron en parte de lo que era su hogar para hacer bases sobre ladrillos para las camas, colocó además algunas vigas para sostener lo que quedaba de los techos; sin embargo, al escuchar cómo éstas crujían, terminaron por dormir en tapancos lejos de la construcción.
“Los techos que habían quedado estaban en peligro de caerse, porque las paredes que sostenían esos techos se habían derrumbado, mi abuelo puso vigas pero prefirieron que nos durmiéramos sobre tapancos de madera y el techo eran las estrellas”.
Tras el desastre que causó la inundación de 1973, Gerardo Pérez mencionó que de un gran grupo de amigos que eran, solo quedaron tres; los demás, se dijo que a algunos se los había llevado el agua; él solo escuchó cómo la gente decía que las aguas desaparecieron incluso a familias completas.
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Respecto a la lucha por la supervivencia en aquella tragedia, Gerardo Pérez también compartió una historia de la cual conoció, a través de su trabajo, la fotografía, pues relató que él vio imágenes donde un doctor que se llamaba Vicente López Díaz, quien tenía su consultorio cerca de lo que hoy es Guerrero y Ocampo, rescató a personas desde la marquesina de su consultorio.
“Iba levantando a la gente que pasaba, muchos que estaban abrazados de los postes, él ya no vive, pero quedaron grabadas las imágenes en que estaba ayudando a la gente”.