Conserva Mateo viva la tradición de artesanías con hoja de pino

A pesar de su esfuerzo apenas gana unos cuantos pesos por su trabajo

Paul Witrago / El Sol de Irapuato

  · martes 28 de mayo de 2024

Procedente de Zitácuaro, Michoacán, Mateo Bravo Juárez, un artesano de 64 años, se traslada diariamente a Irapuato y otros municipios de Guanajuato para vender sus artesanías. / Fotos: Paul Witrago / El Sol de Irapuato.

Procedente de Zitácuaro, Michoacán, Mateo Bravo Juárez, un artesano de 64 años, se traslada diariamente a Irapuato y otros municipios de Guanajuato para vender sus artesanías hechas de hojas de pino de palo de ocote. A pesar de sus esfuerzos, apenas gana unos cuantos pesos.


Mateo explica que, en su tierra, pocas personas se dedican a este oficio, ya que los jóvenes prefieren migrar a las ciudades donde se paga mejor.


Mateo explica que, en su tierra, pocas personas se dedican a este oficio, ya que los jóvenes prefieren migrar a las ciudades donde se paga mejor.

A pesar de las dificultades, su esposa, hija y algunos nietos continúan trabajando con él, aprendiendo y manteniendo viva la tradición artesanal. En una entrevista para El Sol de Irapuato, Mateo comentó que, aunque en otros lugares puede ganar un poco más de dinero, es difícil porque no tienen un lugar seguro donde quedarse y deben hacer grandes sacrificios.



Mateo llega a Irapuato a las nueve de la mañana y se retira a las tres de la tarde para ir a Celaya, ya que no puede permitirse alquilar un cuarto en Irapuato debido a los altos costos de alojamiento y comida.

Respecto a su trabajo, Mateo detalla que recolecta hojas de pino caídas, las lava y las teje en forma de tortilleros, portapanes y fruteros. Cada pieza toma entre uno y tres días en completarse, y vende de 10 a 15 piezas al día, con precios que oscilan entre 100 y 300 pesos. Sin embargo, a menudo enfrenta regateos por parte de los compradores.

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Esta labor artesanal, realizada con dedicación y esfuerzo, representa tanto un medio de subsistencia como una forma de preservar una tradición que Mateo Bravo Juárez se empeña en mantener viva a pesar de los retos económicos y sociales.