IRAPUATO, Gto. (OEM-Informex).- “Lo conocí cuando era perseguido político y también cuando fue presidente”. Así iniciaba ufano Salvador Almaraz el relato sobre cómo fue la relación que tuvo con el expresidente de Cuba, Fidel Castro Ruz, con quien entabló incluso una profunda amistad.
“De todas las personas que he conocido, Fidel Castro era una persona que imponía. Podía simpatizar o no con él, pero imponía y un no como respuesta no estaba casi permitido para un personaje de esa talla.
“¿Y qué haces cuando un amigo, pero que también es una persona que admiras te dice: 'te admiro y haz algo para mí? Pues lo haces”.
En entrevista con El Sol de Irapuato en enero de 2018, Salvador Almaraz platicó cómo fue que se acercó a Fidel Castro, ahora en calidad de presidente y el principal líder mundial de oposición del capitalismo.
“Cuando era más joven, ya había realizado decenas de murales y pinturas en todo México, ya era conocido en cualquier lugar, pero fue en 1970 cuando el expresidente de México, Luis Echeverría me contactó para que lo retratara a él y a su familia, a partir de aquella vez comenzamos una gran amistad.
“Y un día me dijo: Chava, vamos a Cuba. Voy a estrechar lazos con Cuba y quiero que tú los plasmes. Tú sabes cómo hacerlo, porque además Fidel quiere que tú pintes algo para él.
“Yo me sentí muy honrado, que una persona como Fidel Castro me invitara a su país para realizar murales, nunca lo había esperado”.
Durante tres años, Salvador Almaraz estuvo en Cuba. Ahí realizó cuatro murales de pintura e hizo uno más con piedras de ríos cubanos, donde cada piedra era uno de los colores que el muralista irapuatense necesitaba.
“Estuve tres años allá y cada que terminaba un mural, venía a visitar a mi familia sólo como 10 días y me regresaba, pero en el último mural, el de piedra, dejé de regresar por seis meses, porque fue el que me llevó más tiempo.
“Disfrutaba mucho estar allá, porque hacía arte, conocí a muchas personas y otro país, aunque el horario para mí era un problema, porque allá tenía que desayunar a las siete de la mañana y en México yo desayunaba a las 10 de la mañana, también la comida, no había tortillas, ni chiles, pero sí había mucha carne, aunque la carne nunca me ha gustado y todavía no me gusta”.
Almaraz aseguró que, durante su estancia en Cuba, apreció la importancia que le daban y la amistad con los alumnos de las escuelas, expresó que los quería como a sus hijos.
Fidel Castro admiraba el trabajo del irapuatense
“Fidel Castro me recibió con una cordialidad inigualable, él me confesó que ya me conocía por mi trabajo, pues admiraba mucho mis murales.
“Yo conocía presidentes, gobernadores y artistas, pero él era un hombre divino, porque sabía todas las técnicas de los pintores y el trato que él tenía era muy amable, porque cuando veía a una amistad era muy cordial y muy bueno con toda Cuba”.
Mientras Salvador Almaraz recorría las calles de Cuba junto con Fidel Castro, entabló una conversación de tres horas, en donde Fidel expresó su alegría al saber que Almaraz realizaba sus obras en el país, por lo que le propuso algo que nadie más le había ofrecido.
“Me ofreció lo que jamás en mi vida me habían ofrecido: casa, estudio y poder trabajar en donde yo quisiera, Fidel Castro me ofreció todo, hasta poder llevarme a mi familia a Cuba, con tal de que me quedara ahí, pero lo rechacé, le dije que estaba muy agradecido por la propuesta que me había brindado, pero que no podía aceptarlo; entonces él se desconcertó y pidió explicaciones, ya que me había ofrecido de todo, así que yo le contesté: 'Yo estoy muy arraigado a mi patria y a mi familia', pues no podía abandonar a mi México”.
Salvador Almaraz confesó que rechazó la propuesta de Fidel Castro, porque parecía una orden, ya que todo lo que él pedía se hacía.
“Desobedecí a semejante personaje, un dictador, mucha gente no lo quería sobre todo los 'gringos' que eran enemigos de él, pero yo siempre tuve mucho afecto hacia él, aunque cada que regresaba de Cuba, mis amigos y familia no aceptaban que trabajara con él”.
“Encuentro de Fidel Castro y Luis Echeverría”, “Lázaro Cárdenas”, “Batalla del Molino del Rey”, “La Batalla de los Niños Héroes” son los nombres de los cuatro que pintó, mientras que el que hizo a base de piedras lleva el nombre de “La Hermandad de México y Cuba”, ubicado en Santa Clara y que mide 26 metros de largo y 13 de ancho y que es considerado el hermano del Mural de la Identidad, ubicado a un costado del Templo del Hospitalito, en Irapuato.
Ese mural con piedras cubanas le llevó seis meses realizarlo y muchas personas se le acercaban para decirle que con el tiempo iba a desaparecer.
“Me decían 'oiga, ese mural va a desaparecer cuando llueva o haga calor', porque pensaban que era pintura, pero yo les contesté 'jamás va a desaparecer mi mural, porque son piedras de colores naturales y si se empolvan o manchan se lavan con agua'”; hasta la fecha los cinco murales que hizo en la isla de Cuba permanecen.