Hablar de Guanajuato es sinónimo de misticismo, y como no serlo si sus calles, callejones y sus edificios antiguos son escenarios perfectos para que en ellos se resguarden cientos de historias.
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En esta ocasión hacemos un alto en uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad, se encuentra entre los cerros de Calderones y El Cubo y se trata de ´El Faro´, el cual está enclavado en el Cerro del Tepozán en la capital del estado.
Su construcción data de los años 30's, y que habría sido colocado a las espaldas de la Presa de la Olla como un punto de referencia para los mineros arrieros que transitaban de las mineras de Peregrina y El Cubo.
De acuerdo al Cronista de la ciudad, Eduardo Vidaurri contó que el camino de peñasco, podría ser peligroso para quien transitara por dicho sitio, por ello la construcción de esta centinela que emitiría su luz nocturna para guías a los arrieros, que con sus recuas transitaban los antiguos caminos de herradura.
Narró que anteriormente era común que a lo largo del camino se colocaran fogatas que les permitieran a los pasantes transitar por el sitio, sin embargo, fue a iniciativa del entonces presidente Luis Ignacio Rodríguez Taboada, que se mandó construir el Faro.
El espacio formaba parte del Ejido de Calderones, propiedad de la familia Gutiérrez acaudalados que poseían varias hectáreas, que abarcaban desde El cerro de la Bolita, Los Picachos y que donó al municipio 11 hectáreas que incluyen el predio donde está El Faro, por los años 30´s.
Luis I. Rodríguez quien promovió la construcción del monumento al Pípila en homenaje de los mineros guanajuatenses y los mineros asesinados en 1937. E incluso en lo alto del Cerro de San Miguel y cuya leyenda está grabada a los pies del monumento de cantera rosa se lee “Aún hay muchas alhóndigas por incendiar”, frase celebré de Luis I. Rodríguez.
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Era oriundo del vecino municipio de Silao de la Victoria, quien además fue rector de la Universidad de Guanajuato, se desempeñó como diputado local, gobernador del estado, embajador de México en Francia entre otros cargos que le permitieron tener una sólida trayectoria.
Fue precisamente en su encargo como embajador que se le encomendó la importante tarea de dar refugio en México a miles de expatriados españoles que habían huido de su país como consecuencia de la derrota del gobierno de la segunda república en 1939.
Manuel Vidaurri citó que la construcción fue concluido e inaugurado, el 25 de Junio de 1938, por el presidente de la Junta de Administración Civil de Guanajuato Don Manuel Mendoza Albarrán, padre de la recordada y querida escritora guanajuateña María Luisa ‘La China’ Mendoza”.
A esta historia se le han sumado otras versiones, entre las que se encuentra la leyenda de que un marino, nacido en Guanajuato, y tras varios años en altamar regresó a su casa, donde comparaba las montañas de Guanajuato con las olas que veía en los océanos, motivo por el cual habría decidido construir un faro.
El Faro puede observarse desde el parque Florencio Antillón, y a las espaldas de la Presa de la Olla, donde se traza un camino de ascenso o bien desde la parte trasera de Calderones, el cual se distingue entre lo verde de los cerros.