/ viernes 28 de julio de 2023

Comedor Comunitario de San Juan Bosco, un refugio para quienes carecen de alimento

Llegan a diario decenas de personas al “Rincón de Mamá Margarita”, desde migrantes, personas en situación de calle y hasta quienes no pudieron llevar comida a la mesa de su familia

El comedor comunitario “Rincón de Mamá Margarita” ha tenido sus puertas abiertas desde hace ocho años, proporcionando un apoyo importante de alimento y donación de ropa para aquéllas personas que se encuentran en una situación complicada, ya sea que atraviesen una crisis económica por falta de trabajo, quienes no cuentan con un hogar y también para migrantes.

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El lugar se encuentra ubicado sobre el bulevar Díaz Ordaz, a un costado del templo de San Juan Bosco, y contra todas las adversidades el apoyo ha seguido vigente actualmente, gracias a las donaciones que la gente hace y también por las limosnas que se recolectan cada misa, las cuales se utilizan para completar la despensa.

El señor José Antonio lleva aproximadamente seis años encargándose de organizar a las personas que van llegando.

Todas las personas que se dedican a servir el alimento a quienes lo necesitan son voluntarios que llevan ahí años, ayudando por su propia historia de vida y sin pedir nada a cambio.

Te recomendamos: Comedores comunitarios una opción para apoyar a los más necesitados

Sandra Bautista es una de las voluntarias que lleva más tiempo en el comedor, y contó que la mayor parte de la comida es donada por gente interesada en ayudar y también la fruta que se le da a los padres en los seminarios es entregada al comedor, para evitar que ésta no se desperdicie.

Todas las personas de buen corazón que son voluntarias en el comedor.

La comida es de varios lugares, hay mucha gente que viene a donar sin compromiso desde un kilo de arroz, hasta kilos de carne, también el apoyo de la iglesia es del dinero que se junta en el cepo, hay padres a los que le regalan fruta y verdura en los seminarios y prefieren donarla para el comedor”, contó.

Se unen para ayudar

Muchos de los integrantes del grupo de voluntarios decidieron ser parte de por sus propias experiencias. Por ejemplo, la señora Mari Sánchez dijo que comenzó a ayudar desde inicios de la pandemia, como parte de su terapia de duelo por la muerte que sufrieron muchos de sus familiares.

Por culpa del Covid perdí a mucha familia, la verdad no me hallaba, pero me invitaron a venir a servirle comida a la gente y esto fue lo que me ayudó a mantener mi cabeza ocupada y también me anima el saber que puedo echarle la mano a quienes lo necesitan”, relató.

Por su parte, el señor José Antonio Vargas dijo que lleva aproximadamente seis años encargándose de organizar a las personas que van llegando por su porción de comida y contó que la razón por la que lo ha hecho durante tanto tiempo es por una experiencia donde casi pierde la vida.

Hace siete años sufrí de un ataque armado, yo sentía que ya no la contaba, pero le pedí mucho a Dios y las mismas personas de la iglesia me cuidaron y ayudaron, estoy en deuda con ellos y con Dios por haberme dado otra oportunidad.

Yo me encargo de poner orden en la gente que va llegando, los voy separando por edades, hombres y mujeres. Me ha tocado que los jóvenes empiezan a hablar vulgaridades y les pido respeto por las mujeres que puedan llegar a escucharlos y aparte de que estamos en la casa de Dios.

Perdió todo durante la pandemia

A su vez, la señora Esther una de las personas que va diariamente por su comida y comentó que comenzó a ir desde que perdió su trabajo de limpieza por la pandemia.

Llevo viniendo más o menos tres años, trabajaba limpiando en una plaza comercial, pero comenzaron a hacer recorte de personal y me tocó a mí. Gracias a Dios en unos días voy a completar mi primera quincena”.

Aunque el tiempo ha pasado, estas personas siguen entregando completamente el corazón para quienes lo necesitan y aseguraron que seguirán haciéndolo hasta que Dios les dé licencia.

Sandra Bautista compartió que el horario en que está abierto este lugar es de martes a viernes, de nueve de la mañana a dos de la tarde y por la tarde, de cinco de la tarde a ocho de la noche es el siguiente horario de atención, pero también es la hora en donde las personas interesadas pueden acudir a donar algo para seguir con la labor.

La comida que se les da es un plato con arroz, frijoles, tortillas y el guiso del día, se complementa con fruta y agua natural. Las personas pueden comer aquí o traer sus trastes para llevarse la comida a otro lado; si todos los que vienen alcanzan su porción y sobra comida pueden repetir sin ningún problema; sobre la ropa, cada quien puede llevarse dos cambios”.

El comedor comunitario “Rincón de Mamá Margarita” ha tenido sus puertas abiertas desde hace ocho años, proporcionando un apoyo importante de alimento y donación de ropa para aquéllas personas que se encuentran en una situación complicada, ya sea que atraviesen una crisis económica por falta de trabajo, quienes no cuentan con un hogar y también para migrantes.

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El lugar se encuentra ubicado sobre el bulevar Díaz Ordaz, a un costado del templo de San Juan Bosco, y contra todas las adversidades el apoyo ha seguido vigente actualmente, gracias a las donaciones que la gente hace y también por las limosnas que se recolectan cada misa, las cuales se utilizan para completar la despensa.

El señor José Antonio lleva aproximadamente seis años encargándose de organizar a las personas que van llegando.

Todas las personas que se dedican a servir el alimento a quienes lo necesitan son voluntarios que llevan ahí años, ayudando por su propia historia de vida y sin pedir nada a cambio.

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Sandra Bautista es una de las voluntarias que lleva más tiempo en el comedor, y contó que la mayor parte de la comida es donada por gente interesada en ayudar y también la fruta que se le da a los padres en los seminarios es entregada al comedor, para evitar que ésta no se desperdicie.

Todas las personas de buen corazón que son voluntarias en el comedor.

La comida es de varios lugares, hay mucha gente que viene a donar sin compromiso desde un kilo de arroz, hasta kilos de carne, también el apoyo de la iglesia es del dinero que se junta en el cepo, hay padres a los que le regalan fruta y verdura en los seminarios y prefieren donarla para el comedor”, contó.

Se unen para ayudar

Muchos de los integrantes del grupo de voluntarios decidieron ser parte de por sus propias experiencias. Por ejemplo, la señora Mari Sánchez dijo que comenzó a ayudar desde inicios de la pandemia, como parte de su terapia de duelo por la muerte que sufrieron muchos de sus familiares.

Por culpa del Covid perdí a mucha familia, la verdad no me hallaba, pero me invitaron a venir a servirle comida a la gente y esto fue lo que me ayudó a mantener mi cabeza ocupada y también me anima el saber que puedo echarle la mano a quienes lo necesitan”, relató.

Por su parte, el señor José Antonio Vargas dijo que lleva aproximadamente seis años encargándose de organizar a las personas que van llegando por su porción de comida y contó que la razón por la que lo ha hecho durante tanto tiempo es por una experiencia donde casi pierde la vida.

Hace siete años sufrí de un ataque armado, yo sentía que ya no la contaba, pero le pedí mucho a Dios y las mismas personas de la iglesia me cuidaron y ayudaron, estoy en deuda con ellos y con Dios por haberme dado otra oportunidad.

Yo me encargo de poner orden en la gente que va llegando, los voy separando por edades, hombres y mujeres. Me ha tocado que los jóvenes empiezan a hablar vulgaridades y les pido respeto por las mujeres que puedan llegar a escucharlos y aparte de que estamos en la casa de Dios.

Perdió todo durante la pandemia

A su vez, la señora Esther una de las personas que va diariamente por su comida y comentó que comenzó a ir desde que perdió su trabajo de limpieza por la pandemia.

Llevo viniendo más o menos tres años, trabajaba limpiando en una plaza comercial, pero comenzaron a hacer recorte de personal y me tocó a mí. Gracias a Dios en unos días voy a completar mi primera quincena”.

Aunque el tiempo ha pasado, estas personas siguen entregando completamente el corazón para quienes lo necesitan y aseguraron que seguirán haciéndolo hasta que Dios les dé licencia.

Sandra Bautista compartió que el horario en que está abierto este lugar es de martes a viernes, de nueve de la mañana a dos de la tarde y por la tarde, de cinco de la tarde a ocho de la noche es el siguiente horario de atención, pero también es la hora en donde las personas interesadas pueden acudir a donar algo para seguir con la labor.

La comida que se les da es un plato con arroz, frijoles, tortillas y el guiso del día, se complementa con fruta y agua natural. Las personas pueden comer aquí o traer sus trastes para llevarse la comida a otro lado; si todos los que vienen alcanzan su porción y sobra comida pueden repetir sin ningún problema; sobre la ropa, cada quien puede llevarse dos cambios”.

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