Como cada año, el templo del Sagrado Corazón de Jesús se vistió de manteles largos para llevar a cabo una de las celebraciones más tradicionales de Irapuato, pues es una fiesta que dura dos días y que congrega a cientos de familias.

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Y es que la celebración como tal, con comida, juegos mecánicos y atracciones inicia desde un día antes al festejo, pues mucha gente aprovecha para hacer una parada sobre el bulevar Díaz Ordaz y así degustar antojitos, dulces o simplemente pasar un buen rato con la música.

Sin embargo, en el templo y varios hogares empiezan desde nueve días antes con los rezos, el preparar la fiesta se ha vuelto una tradición para muchas familias, algunas sólo hacen los espacios para rezar, otras aún acostumbran a preparar comida y compartirla con quien llegue a compartir la fe con ellos.

En cada fiesta religiosa, la gente aprovecha para dar un mensaje de bondad y alegría al compartir la mesa, anécdotas, experiencias y sobre todo fe.

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El templo fue adornado desde el primer día con flores, pero también los rezos formaron parte de cada rincón del templo a donde los feligreses acudieron a dejar más arreglos y veladoras en señal de agradecimiento.

“Agradezco por un año más aquí, mi familia está bien, yo estoy bien, no pedimos nada más que mantenernos con salud”, comentó Eugenia, quien cada año, desde que llegó a Irapuato, acude antes de la misa a elevar una oración, pero no sólo por ella, sino porque todas las problemáticas del mundo puedan llegar a su final.

“Si mantenemos la fe y caminamos por el camino de Dios, vamos a conseguir la paz que tanto nos hace falta”.

Las colonias como Independencia, Santa Julia, Niños Héroes, entre otras, son las que más apegadas están a la festividad, pues el templo se encuentra cerca; sin embargo, son decenas más de hogares quienes dedican un espacio para colocar un altar al que invitan a amigos y vecinos.

“Las fiestas están para compartir lo que Dios nos ha dado con toda la gente, la generosidad es un mensaje de Nuestro Señor”, dijo Eugenia.

En el atrio del templo hubo venta de comida, desde pambazos hasta hotdogs, sin olvidar los tradicionales tacos e la zona y otras botanas, dulces y saladas.

Después de la misa de medio día, la gente comenzó a disfrutar de la música en vivo, en donde los gastos son aportados para la fiesta que cada año se lleva a cabo con ayuda de todos los feligreses que mantienen su fe.