El Día del Padre es una celebración que se lleva a cabo de forma muy distinta a otros días feriados. De una forma más discreta, los papás disfrutan la compañía de los hijos y hasta nietos, pero las familias irapuatenses nunca dejan que el festejo pase desapercibido.
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Si bien algunos padres aseguraron nunca haber recibido flores o chocolates, sus hijos les han dado cosas, que en nada se comparan a poder pasar el tiempo con ellos y darles un abrazo.
Tal es el caso de Guillermo Camarillo, quien en compañía de su esposa Teresa salieron a dar una vuelta al centro de la ciudad.
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Celebraciones sencillas, pero significativas, son las que Guillermo atesora en su corazón, pues toda su vida ha trabajado como trailero, lo que lo ha mantenido lejos de la familia en festejos y situaciones especiales, incluyendo muchos días del padre que solo pudo recibir felicitaciones por llamada.
“Por sacar adelante a la familia a veces no podemos estar, pero ser padre es todo eso, hoy puedo después de mucho pasar un día con mi familia y el abrazo de ellos es el mejor regalo que puedo obtener este día”.
Después de que sus hijos lo llevaron por un desayuno a Pénjamo, aprovechó para recorrer el centro de Irapuato y disfrutar de una vaso de fruta con su esposa y sus nietos, quienes también se mostraron felices por tener su compañía en este día tan importante.
Algunos dicen “Al padre, flores hasta el camposanto”, pero eso cada año ha ido cambiando, tal fue así que algunas personas se vieron caminar por las calles con ramos de coloridas flores, además de relojes, zapatos y otros accesorios para que los pueda lucir su padre.
Entre los preferidos de la población se encontraban menuderías, taquerías, entre otras y es que no hay padre que no se pueda resistir al picante sabor de un buen caldo de pata o unos tacos de tripa, junto al apapacho de sus hijos, sobre todo después de una larga semana de trabajo, los padres son reconocidos por su labor al brindar amor y sustento a los suyos.
“Barriga llena, corazón contento, así cada día del padre que pida lo que quiera, lo llevamos a desayunar, a comer y si queda espacio también por un postre y a cenar”, comentó Claudia, quien apurada corría por las calles del centro para llegar a ver a su papá, a quien iría a esperar a la central camionera”.
Niños jugando con sus padres, pero también jóvenes compartiendo la mesa con sus padres fueron vistos por toda la ciudad, un consejo, una palabra de aliento y un abrazo no pudieron faltar para quien les enseñó todo en esta vida.