/ domingo 18 de agosto de 2024

Así vivió la familia Arévalo Rosales la inundación de 1973

El lunes 20 de agosto de 1973, a las 10 de la mañana, finalmente bajamos de la azotea que nos dio cobijo a casi 80 personas en la calle de Xicoténcatl, en el Barrio de la Salud. Apenas bajó el último de quiénes estuvimos en el lugar y parte de la casa colapsó y al estremecerse el piso también vi cómo mi señor padre también se estremecía. Durante cuatro décadas de trabajo en la Cigarrera El Águila, con su jubilación, compró una casa en el Barrio de La Salud y cayó la casa a tres meses de su compra.

El único lugar que ocupó la mente de mi papá para ponernos a salvo fue un edificio de departamentos en la calle Guerrero, cerca de la esquina con Terán y ahí estuvimos de agosto de 1973 a octubre de 1974, bajo el cobijo y apoyo de la señorita Josefina Acosta, hasta un día antes de mi cumpleaños, el cinco de octubre de 1974. Mi hermana Leticia hizo un pastel volteado muy sencillo y entendí que no solo era por mi cumpleaños, era regresar a casa y el triunfo de edificar la casa familiar sobre los escombros de la inundación de 1973.

Muchos años después, me enteré de la razón del llanto de mi señor padre. Con su jubilación finalmente alcanzó a comprar su primera casa y tres meses después cayó por la fuerza del agua del 18 de agosto de 1973; también se levantó un negocio que tuvimos en la calle de Guerrero de Estambres y Novedades que había planeado junto con mi hermana Judith. Encontramos el local con la cortina abombada y levantada, al igual que muchos comercios a lo largo de la calle, el más conocido, el del Gallo del Bajío, otros negocios con sus cristales completamente rotos e infinidad de carros volteados aún.

Ese lunes por la tarde, desde la ventana escuchamos una algarabía, llegaba el presidente Luis Echeverría Álvarez y su comitiva. Bajó mi madre del departamento en la calle Guerrero y se sumó a las personas. Al llegar a la esquina de Terán se escuchó el grito de mi mamá: “No le enseñen lo bonito, enséñenle dónde no quedó una casa en pie”. Y volteó el presidente, me cargó, se tomó la foto conmigo en mis casi cinco años y siguió a mi madre y a otras personas hacia el Barrio de la Salud, ya después otros se adjudicaron la acción del grito y llevar al Ejecutivo a la zona más afectada de Irapuato. Yo lo oí de la voz de mi madre, nadie me lo contó.

Mi señor padre, don José Pablo de Jesús Arévalo, a sus 67 años, volvió a levantar la casa familiar desde los cimientos, casi 14 meses después de su caída de aquel nefasto 18 de agosto de 1973. Mi madre, enfermera del IMSS, que ya tenía todo listo para jubilarse, se aguantó seis años más para apoyar a mi padre. Mi hermana Leticia, estudiante de enfermería, todos los días iba al Hospital Militar a pie y la acompañaba mi papá de ida y vuelta. Por las mismas fechas de 1974, mi otra hermana reabrió su tienda de Estambres y Novedades. Una historia de muchas de la inundación de Irapuato en 1973.

Irapuato de Mis Recuerdos es:

  • Carlos Uribe, Inclusión.
  • Carolina Valdez, Gestión.
  • Jesús Arévalo, Administración.

Esquinas de las calles de Guerrero y Terán. Inundación de 1973


Casa de la Familia Arévalo Rosales, después de la inundación de 1973.

El lunes 20 de agosto de 1973, a las 10 de la mañana, finalmente bajamos de la azotea que nos dio cobijo a casi 80 personas en la calle de Xicoténcatl, en el Barrio de la Salud. Apenas bajó el último de quiénes estuvimos en el lugar y parte de la casa colapsó y al estremecerse el piso también vi cómo mi señor padre también se estremecía. Durante cuatro décadas de trabajo en la Cigarrera El Águila, con su jubilación, compró una casa en el Barrio de La Salud y cayó la casa a tres meses de su compra.

El único lugar que ocupó la mente de mi papá para ponernos a salvo fue un edificio de departamentos en la calle Guerrero, cerca de la esquina con Terán y ahí estuvimos de agosto de 1973 a octubre de 1974, bajo el cobijo y apoyo de la señorita Josefina Acosta, hasta un día antes de mi cumpleaños, el cinco de octubre de 1974. Mi hermana Leticia hizo un pastel volteado muy sencillo y entendí que no solo era por mi cumpleaños, era regresar a casa y el triunfo de edificar la casa familiar sobre los escombros de la inundación de 1973.

Muchos años después, me enteré de la razón del llanto de mi señor padre. Con su jubilación finalmente alcanzó a comprar su primera casa y tres meses después cayó por la fuerza del agua del 18 de agosto de 1973; también se levantó un negocio que tuvimos en la calle de Guerrero de Estambres y Novedades que había planeado junto con mi hermana Judith. Encontramos el local con la cortina abombada y levantada, al igual que muchos comercios a lo largo de la calle, el más conocido, el del Gallo del Bajío, otros negocios con sus cristales completamente rotos e infinidad de carros volteados aún.

Ese lunes por la tarde, desde la ventana escuchamos una algarabía, llegaba el presidente Luis Echeverría Álvarez y su comitiva. Bajó mi madre del departamento en la calle Guerrero y se sumó a las personas. Al llegar a la esquina de Terán se escuchó el grito de mi mamá: “No le enseñen lo bonito, enséñenle dónde no quedó una casa en pie”. Y volteó el presidente, me cargó, se tomó la foto conmigo en mis casi cinco años y siguió a mi madre y a otras personas hacia el Barrio de la Salud, ya después otros se adjudicaron la acción del grito y llevar al Ejecutivo a la zona más afectada de Irapuato. Yo lo oí de la voz de mi madre, nadie me lo contó.

Mi señor padre, don José Pablo de Jesús Arévalo, a sus 67 años, volvió a levantar la casa familiar desde los cimientos, casi 14 meses después de su caída de aquel nefasto 18 de agosto de 1973. Mi madre, enfermera del IMSS, que ya tenía todo listo para jubilarse, se aguantó seis años más para apoyar a mi padre. Mi hermana Leticia, estudiante de enfermería, todos los días iba al Hospital Militar a pie y la acompañaba mi papá de ida y vuelta. Por las mismas fechas de 1974, mi otra hermana reabrió su tienda de Estambres y Novedades. Una historia de muchas de la inundación de Irapuato en 1973.

Irapuato de Mis Recuerdos es:

  • Carlos Uribe, Inclusión.
  • Carolina Valdez, Gestión.
  • Jesús Arévalo, Administración.

Esquinas de las calles de Guerrero y Terán. Inundación de 1973


Casa de la Familia Arévalo Rosales, después de la inundación de 1973.

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