En el pasado, las artesanías hechas de materiales como la madera y el barro eran un negocio bien valorado en comparación a la actualidad. Hoy, las pocas personas que a pesar de que ya no hay tanta venta, siguen vendiendo sus artesanías en los locales de la parte de arriba del Mercado Hidalgo, comentaron que, a pesar de que hay pocos clientes actualmente, quienes van a comprar su mercancía todavía les regatean y sus ganancias se reducen al mínimo, cuando las llega a haber.

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En un recorrido realizado por El Sol de Irapuato, las vendedoras contaron que el regatear no es algo que les favorezca a ellas, aunque sí hay mercancía que se pueden permitir bajarle un poco el precio, prefieren tratar de evitar hacerlo tan seguido, ya que la ganancia se limitaría demasiado, pues con lo que venden apenas alcanzan a cubrir los gastos del día.

La señora Marta Beatriz García Ramírez, quien tiene más de 50 años trabajando dentro del Mercado Hidalgo, contó que el negocio que ella tiene fue una herencia de sus padres, quienes trabajaron en el Mercado Hidalgo desde que construyó y lo que ella recuerda de cuando era pequeña e iba a acompañar a sus padres era la cantidad de personas que acudían y para nada es lo que ahora se ve en ese recinto.

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“Este local no me pertenecía desde un principio a mí, este negocio era de mis papás, que cuando murieron me lo heredaron. La verdad es que los ingresos son pocos, pero gracias a Dios sale mínimo para los gastos del día; de por si no hay ventas y las que hay la gente siempre busca regatear y es algo que pasa todos los días. ¿Por qué cuando van al súper o a las tiendas departamentales, esa misma gente no se queja de los precios de ahí?

“Vino un señor buscando unas alcancías, las damos a 30 pesos y él quería que le bajara al precio cinco pesos, si por pieza la compro yo a 22 pesos, los tres pesos que son de diferencia no representa ninguna ganancia y no alcanza para volverme a surtir”, dijo la mujer.

Marta García confesó melancólica que extrañaba los tiempos en los que habían más locales alrededor del suyo, porque sentía que había una mejor convivencia, comparado con el ambiente que se siente hoy en día.

“Antes eran más negocios que vendían lo mismo que uno y ahora sólo habemos dos locales de lo mismo, el ambiente que se vivía antes aquí era mucho más armonioso, todos éramos muy unidos, como si fuéramos una familia; hoy en día eso ya no se siente igual. Yo creo que por lo mismo de que no tenemos muchas ventas y que la competencia ahora es mucho mayor”.

Los artesanos y vendedores del mercado esperan que pronto la actividad del lugar pueda regresar a lo que era antes y que la gente los voltee a ver y acuda a comprarles pues han hecho hasta lo imposible por mantener la calidad de los hermosos objetos tradicionales que ofrecen.