El Panteón Municipal de Irapuato es un lugar en el que sin distinción alguna yacen los cuerpos de grandes empresarios, integrantes de la política, así como persona que murieron en el cumplimiento de su deber o incluso personas que vivieron en la extrema pobreza.
Cerca de 11 hectáreas son las que conforman el camposanto municipal, el cual, durante muchos años fueron enterrados los restos humanos de miles de personas que por una u otra razón perdieron la vida.
Sin embargo, como en la gran mayoría de los panteones, éstos esconden mitos y leyendas que hacen que la visita de algunos pueda ser satisfactoria o incluso tenebrosa.
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En una investigación realizada por El Sol de Irapuato, la zona antigua de este camposanto data del periodo comprendido entre 1880 y 1890, lo que representa más de 142 años de historia. El sitio se constituyó como Panteón Municipal con la entrada en vigor de Las Leyes de Reforma, en las que se prohibieron los entierros en templos o cementerios aledaños a iglesias.
Aunque muchas lápidas ya perdieron sus escritos y son poco visitadas, este sitio tiene un gran valor en la historia de Irapuato pues, pese a su deterioro, cuenta con una vasta riqueza cultural que, los ciudadanos pueden observar al acudir al recinto.
Los mausoleos colocados en esta área del Panteón Municipal cuentan con diversos detalles, como imágenes religiosas dedicadas a santos, ángeles o con epitafios de frases breves y conmovedoras, que podrían considerarse poemas.
Sin embargo, y dejando de lado la cantidad de detalles arquitectónicos que datan de esas fechas, se encuentran un sinfín de leyendas, entre las que se encuentran unas de las más conocidas y replicadas la cual es la de Adolfo Taboada Rivera quien supuestamente había nacido en la ciudad de Irapuato un 24 de Mayo de 1942 y desde pequeño migro a California y años más tarde se en listó en el USA ARMY con grado de cabo interino, posteriormente fue enviado en el mes de octubre a la zona de conflicto en el año 1965 y en octubre del ese año murió al pisar una mina cuando entró a una zona por el Vietcong, por lo que tuvo que regresar a su ciudad origen, sin embargo, al pasó de los años el cuerpo del militar fue llevado a la ciudad de Querétaro, por lo que la tumba quedó vacía.
No se sabe a ciencia a cierta el porqué se le comenzaron a colocar ofrendas, lo que se sabe es que sus familiares decidieron colocar una figura con basado en su aspecto físico, por lo que desde muy pronto, personas, principalmente mujeres, se acercaban a dejarle regalos para conseguir un novio que se pareciera a él por su aspecto físico, por lo que, desde entonces aquellas personas que buscan el amor, acuden a dejarles ofrendas para que les haga el “milagrito”.
Otra de las leyendas, con respecto a El Soldado, mencionan que algunos lo han visto deambular por las noches, sin embargo, nadie nadie lo ha confirmado, ni los propios trabajadores del camposanto.
Entre las miles de tumbas se encuentran la de Blanca, una niña que desafortunadamente falleció en 1982, cuando no superaba ni los 10 años de edad, por lo que sus familiares al sentir su dolor decidieron llenarle su mausoleo de color y mantener vivo su recuerdo por lo que incluso de acuerdo a la temporada está a adornado acorde. Entre los mitos que guarda esta peculiar tumba, es que es muy visitada por quienes la conocieron, así como por decenas de familias, por lo que se cuenta que al igual que El Soldado, se le puede ver por las noches jugando con los juguetes que le dejan sus familiares.
Dentro del camposanto también yacen decenas de familias, que se encuentran enterradas en el Panteón Municipal, sin embargo, una de las que más llamó la atención es la de Miguel Orozco, la cual, al principio, parecía que Miguel Orozco había vivido más de cien años, lo curioso es que, al buscar más documentos sobre su vida, existen trámites que datan de antes de su nacimiento y trascendían hasta después de su muerte.
Durante varios años, no se entendía el por qué había seis tumbas que registradas con un mismo nombre, en todas se encontraba el nombre Miguel Orozco, al principio los historiadores pensaron que se trataba de una simple coincidencia, de personas homónimas, sin embargo, al comenzar una ardua investigación se dieron cuenta que se trataba de diferentes generaciones, es decir que, el primer Miguel Orozco de el que se tiene registro se casó con una mujer con la que tuvo un hijo, al cual decidieron llamarle Miguel Orozco Morales, años después, falleció su esposa, por lo que de nueva cuenta se casó con una nueva pareja, con la que tuvo un hijo al que llamó Miguel Orozco Gutiérrez.
De Miguel Orozco Gutiérrez, se ubicó su testamento, pero este no tuvo descendencia, sin embargo, su medio hermano, Miguel García Orozco Morales, se sabe que se casó con Margarita Santana y, dentro de sus varios hijos, se encontraba Miguel Orozco Santana, a quien pertenece la tumba del panteón municipal.
Miguel Orozco Santana no se encontró nada, sin embargo, en su lapida se menciona que estuvo casado con María de Jesús Moussier, con quien procreó a Miguel Orozco Moussier.
De Miguel Orozco Moussier es el último registró que se tiene es en 1941, que sería el último de los Orozco, quien fue su heredero, pero, al no contar con la edad suficiente, tuvo que quedarse a cargo del charro Ignacio León Ornelas.
Hasta el momento se desconoce si la dinastía continua, o si ya todos yacen dentro del panteón municipal, sin embargo, es que es muy cierto es que este espacio, guarda miles de historias de aquellos que ya no están.
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