LEÓN, Gto., (OEM-INFORMEX).- “Yo no sé si mi hijo vive o muere, si está herido, si no come, si está en situación de calle”. Mientras dormían sobre la fría arena del desierto, Jonathan desapareció, “como si se lo tragara la tierra”, platica su mamá a Organización Editorial Mexicana. La señora Tere solo quiere saber en dónde está su hijo. El joven originario de Comonfort desapareció en la frontera, en búsqueda de una mejor vida. Ya ha pasado un mes y medio y Jonathan Leal no se comunica con su familia.
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Llegar a Estados Unidos a Jonathan le costó 35 mil pesos de anticipo, más el compromiso de pagar otros seis mil dólares una vez instalado de aquel lado. Pero al traficante de migrantes se le “perdió” una de las seis personas que llevaba, ese era Jonathan de 24 años de edad. Y aunque lo buscó sin éxito, continuó con la ruta para no exponer al resto del grupo.
El 15 de junio fue el último día que el joven se comunicó con su madre. En esa llamada le comentó que todavía estaban en Cd. Acuña en el estado de Coahuila. “Me dijo que en tres noches no se iba a poder comunicar conmigo, porque los coyotes les hacen que apaguen el teléfono para no ser detectados, después de eso, ya no se comunicó”, platicó doña Tere.
Doña Tere tiene dos versiones sobre la desaparición de su hijo, una se la dio el “coyote” y otra, una de las personas que viajaba en el grupo.
“El ‘coyote’ dijo que mi hijo llevaba unas pastillas que eran droga y que mi hijo se puso muy mal con las pastillas y que el viernes se durmieron todos en el monte y resulta que mi hijo el sábado ya no estaba. Desapareció. Dijo que él lo buscó a la redonda y que ya no encontró nada”, platicó Tere sobre la versión del traficante.
“La versión de un compañero anónimo que iba con él dijo que el ‘coyote’ le dio unas pastillas para que aguantara el paso y que el ‘coyote’ lo dejó abandonado, ahí en el monte, a mí hijo. Y le quitó su teléfono”, platicó sobre la otra versión.
Tere almacena en el historial de su celular decenas de llamadas a los consulados de México en San José, del Río, de Eagle Pass, a muchas más y a la “migra” en Estados Unidos, “solo me dicen que no hay registro de su nombre”.
“Mi hijo no se pudo haber esfumado. Ni se lo pudo haber tragado la tierra. Ni nada. Yo solo quiero saber de mi hijo. Ya tengo mes y medio que lo ando buscando”, con un nudo en la garganta, Tere terminó está frase.
Jonathan emprendió ese peligroso sueño con el objetivo de sacar a su mamá de trabajar. Antes de irse era empleado en una empresa en San Miguel de Allende, en el área de mantenimiento. Desde los seis años quedó huérfano de padre y lo único que quería hacer por su madre, es regresarle un poco de lo que le dio.
“Todos llegaron a su destino, menos mi hijo”, dice con tristeza.
Antes de llegar a Uvalde, Texas, ahí en el monte, fue donde el traficante dejó a Jonathan.
“Yo le hablé al señor este (el ‘coyote'), con el corazón en la mano; le hablé llorando y le dije ‘dígame que hizo con mi hijo, ¿me lo golpeó?, ¿me lo mató?, ¿qué hizo con él?, mi hijo no se puede esfumar tampoco’. Me respondió que la verdad fue esa que me dio (la primera versión) y que no hay otra verdad”, recordó de esa llamada.
Además de la desesperación por no saber nada de su hijo desde hace más de 40 días, Tere ha burlado a cinco extorsionadores, que le llamaron pidiéndole dinero a cambio de una pista. “No he caído, porque quieren que primero les deposite cuatro o tres mil dólares y después la prueba de que tienen a mí hijo”.
“Perder un hijo es muy terrible, pero el hecho de no saber de él, supera la desesperación. No se compara con nada”.
La señora Tere ha acudido a las diversas oficinas gubernamentales para pedir ayuda, también se comunicó con las asociaciones civiles que se dedican a búsquedas en la frontera, hasta ahora no ha tenido éxito ni pistas del paradero de su hijo.
Cuando Jonathan desapareció vestía un pantalón de mezclilla de color oscuro, botines color miel y una chamarra camuflajeada. Como señas particulares cuenta con tres tatuajes: unos venados peleando en el pecho, un atrapa sueños en un costado y una calavera en el ante brazo izquierdo con una “e” al centro.
La señora Tere tiene la esperanza de que su hijo haya sido retenido por “la migra” y que probablemente tendrán que pasar unos tres meses para aparecer en el registro. Mientras el tiempo pasa Tere no descansa en la búsqueda de pistas que la reúnan con su hijo Jonathan.
“De cualquier forma que este, yo quiero ver a mí hijo. Lo quiero volver a ver”, finaliza Tere esta entrevista.