Enrique Díaz Díaz, obispo de la Diócesis de Irapuato, aseguró que el 2020 no fue un año desperdiciado, pese a la crisis económica, la pandemia y sus decesos, así como la violencia que no ha cesado en la entidad, pues aseguró que este año enseñó a las personas la importancia de la comunicación, la cercanía, la bondad y la valentía que tienen algunos, por lo que permitió el crecimiento personal y la manera de valorar la vida.
El Dato...
“Al final del año volteamos hacia atrás con un modo grande de agradecer a Dios el que haya tantos signos de su presencia y que los hemos experimentado en medio de la pandemia, ha sido un año difícil, pero que nos ha hecho crecer, doloroso, porque hemos perdido a algunas personas queridas, pero con una seguridad para estar en manos de la misericordia de Dios”.
Enrique Díaz Díaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato
El obispo de la Diócesis de Irapuato dijo que este año fue difícil para todos, incluso desde antes de la pandemia por el coronavirus, por las divisiones en la sociedad, la situación económica y la inseguridad en Guanajuato y el resto del país, comentó que también fue complicado por mantener el cuidado del medio ambiente.
De igual manera, señaló que en este año fue evidente la necesidad de la convivencia con las personas, la comunicación y el valor de la familia, donde la pandemia, puso a todos en una situación nueva y desconocida, y que ha hecho ver la importancia de la comunidad y la urgencia del cuidado del planeta.
Sin embargo, Enrique Díaz Díaz aseguró que este año ha enseñado a las personas valorar la vida y vivirla de manera digna y diferente, donde también se han descubierto a las personas generosas y valientes, como a los médicos, enfermeras y todo el personal de la salud, quienes tienen que vivir todos los días las secuelas de la pandemia.
Mientras que también, comentó que se hizo evidente la irresponsabilidad de algunas otras personas y su indiferencia por el bienestar de los demás, así como aprovechando la situación y abusando de ello.
“Un bicho nos unió a todos en la misma enfermedad, muchas personas que salen de la enfermedad, agradecen de una nueva forma estremecedora de estar vivos y reconocer lo que es la vida, (...) ha sido un año en el que hemos descubierto personas tremendamente generosas, que se quitan el bocado de la boca para sostener a otros, pero también personas que se ofrecen para dar alimentos y su tiempo.
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“Por desgracia hemos descubierto personas que actúan de forma irresponsable, abusiva, aprovechándose de la situación o indiferente mientras ellos este bien, no le importa los demás, pero sobre todo, siento que ha sido un año que hemos descubierto en otras formas la presencia, cercanía, comunicación de los que queremos y que ni siquiera conocíamos para no permanecer aislados, darnos cuenta de la indudable falta la comunicación personal y real”.