Andrés López Pérez, quien es hojalatero pintor y cuenta con 66 años de edad, cuenta con tristeza lo ocurrido hace ya 48 años, el día que cientos de familias lo perdieron todo a causa de la inundación en el verano de 1973.
Don Andrés tenía 18 años en aquel entonces, él trabajaba en la ciudad de Guanajuato. La mañana de ese sábado, como parte de su rutina, se dispuso a irse a trabajar, pese a los rumores que existían sobre el desborde de la presa del conejo.
“Para ese entonces avisaron por radio que se estaba inundando Irapuato, entonces yo me regreso, voy a la central, agarré un camión y me regresé a Irapuato.
“Cuando llego, el paso desnivel estaba a tope y tuve que entrar por de las vías, de ahí me llevó la corriente hasta el jardín, donde me tuve que quedar a que parara el agua”, expresó Don Andrés.
Comentó que por las fuertes lluvias y la fuerza de la corriente que llevaba el agua, solo pudo caminar hasta las oficinas de Correos, donde se tuvo que quedar varado debido a que por ahí no le tapaba el agua y donde más personas se encontraban.
“Yo iba a mi casa, acá en Doctor Liceaga, pero ya no podía avanzar porque la corriente me llevaba para atrás, por lo que tuve que pasar la noche ahí”, añadió.
Para Don Andrés, el recordar ese momento que le tocó a vivir lo recuerda como uno de los más dolorosos de su vida, porque mientras esperaba a que bajara los niveles del agua, no sabía como se encontraba su familia, o si su casa se había caído.
Afortunadamente para Andrés su casa quedó intacta y sus familiares se encontraban a salvó, pero las horas de angustia, hambre y desesperación hacen que el recuerdo sigan vivo en su mente luego de 48 años.