La ciudad pareció normal. Las mujeres salieron a sus actividades diarias. Unas a sus asuntos indispensables, otras a tareas de urgencia. Ellas se dijeron solidarias con el movimiento de manos caídas #UnDíaSinNosotras, que dejará pérdidas económicas en el país, según estimaciones de entidades bancarias de alrededor de 40 mil millones de pesos.
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Lo cotidiano se respiró en el centro histórico, aunque las colonias de la periferia se veían más solitarias por la inseguridad actual.
Vanesa, de 18 años, estudiante de sexto semestre de Trabajo Social manifestó que apoya el paro #UnDíaSinNosotras. De hecho, dijo, no tuvieron clases en su escuela.
La estudiante caminó por el centro de la ciudad para “comprar unas cosas de la casa que necesito, urgentes”, por lo que se vio orillada a salir.
Acompañada por su hermana dijo que para ella fue un día normal, con la diferencia de que no tuvo clases.
Por su parte, Yessica, ama de casa de 28 años de edad, manifestó que está totalmente de acuerdo en el paro en favor de los derechos de las mujeres, ya que existe mucha desigualdad.
Salió de casa, dijo, ya que su hijo se enfermó de una infección en el oído y se vio obligada a salir por medicamentos a la farmacia: “Es imposible no salir de casa”, agrega.
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Sin embargo, se opone a que las manifestaciones se lleven a cabo de manera violenta. “No se puede combatir violencia con violencia”, sostiene.
La agente inmobiliaria, Silvia, entrevistada en su oficina céntrica, se pronunció por una lucha “inteligente”: “No estoy de acuerdo en manifestaciones violentas”, dijo.
“Esta lucha, no es cuestión de genero sino de valores y educación en casa”, opinó al referir que es necesario que los valores y la cultura cívica se retomen con mayor intensidad.