/ domingo 27 de diciembre de 2020

Enrique Bunbury y el año del presunto plagio

El libro El método Bunbury (Difácil), que ha generado escozor en ambos lados del Atlántico, está la venta en Amazon

Tras 25 años de investigación, este año el periodista y escritor Fernando del Val publicó El método Bunbury ,un libro en el que plantea que el músico usa frases de escritores y poetas sin darles crédito. Él ha eludido el tema, aunque en una entrevista con El Periódico de Aragón en septiembre pasado, dijo que lo que hacen los artistas, es "recoger frases de la calle, de los periódicos, de los bares y por supuesto de los poetas". Del Val tiene otros datos.

Ningún software —y vaya que probó uno muy bueno— pudo arrojar lo que su persistencia sí: 555 versos del ex vocalista de Héroes del Silencio fueron publicados antes por otras personas cuyos nombres son casi de dominio público. Pablo Neruda, Mario Benedetti, Amado Nervo, Juan Rulfo, Frida Kahlo, Charles Bukowski, Raymond Carver, Haruki Murakami… El abanico de autores que supuestamente plagió Bunbury es tan grande como la sospecha que gira en torno a su originalidad como cantautor.

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Fue un cuarto de siglo de pesquisas arduas—y muy artesanales—para descubrir que 37 canciones que se firma Bunbury, en realidad provienen de obras literarias pasadas, algunas de ellas aún con vigencia de derechos de autor.

Del Val asegura que no tiene nada contra el intérprete. Lo suyo, dice en entrevista exclusiva con El Sol de México, sólo es un trabajo objetivo y periodístico que pretende demostrar que buena parte de lo que ha escrito Enrique Bunbury se compone de fragmentos de escritores a los que no cita. Una práctica que, asegura, es habitual a lo largo de su carrera como solista y como cantante de Héroes del Silencio, la primera banda de rock en español que traspasó las fronteras del mundo hispanoamericano.

El método Bunbury (Difácil), ha generado escozor en ambos lados del Atlántico y se encuentra a la venta en Amazon. Todavía no se sabe si llegará en formato físico a América Latina, donde las pasiones por Bunbury transitan entre el amor y el odio.

Tras la publicación del libro, su manager, Nacho Royo, sacó las garras por su cliente en la prensa española: “Considero que el libro está escrito por alguien que ha dedicado su tiempo a hacer daño. Y quien lo amplifica, no sé si consciente o inconscientemente, también está dedicando su tiempo a hacer daño. No se lo voy a enviar a Enrique porque no me gusta hacer daño. Quizá mi obligación como manager sea enviárselo, pero no lo voy a hacer porque no voy a participar de este aquelarre”.

En exclusiva para esta casa editorial, el autor habla por primera vez en México sobre el tema.

-¿Qué te llevó a realizar esta investigación?

-La verdad es que me planteo el libro como una investigación reposada y muy latente. Yo me entero de que Bunbury ha cogido versos de otros en 1995. Pero es hasta hace un año que me decidí a poner negro sobre blanco todo lo que descubrí. Solamente había escrito un reportaje en 2007. Los casos ya se acumulaban y me pareció que se podía hacer una reflexión más amplia y utilizar como base el caso de Bunbury para hablar sobre algo que ha sucedido en el arte a lo largo de la historia.

-¿Cómo es que tu curiosidad por hurgar en la autenticidad de Bunbury duró 25 años?

-Descubrí que no había manera de seguir el rastro de los versos que copiaba. En algún momento, cuando yo llevaba como 400 versos investigados, tuve la tentación de usar uno de esos programas antiplagio que alquilan las universidades. Pero cuando lo usé con la ayuda de un amigo profesor, el programa no arrojó nada. Yo pensé que el software estaba basado en bibliotecas de millones de libros, pero no fue así: los sistemas universitarios pasan por el filtro del Internet, por lo cual quedan completamente contaminados en el caso de Bunbury por tantas páginas que contienen sus canciones. Por eso, el resultado del programa fue cero versos copiados. Sin embargo, es obvio que no es posible ir a una biblioteca a leer libros sólo para encontrar las copias de un cantante. En realidad, mi libro fue publicado a base de leer y leer e irme encontrando, casi por casualidad, los versos de otros que él lleva a sus canciones. Por eso han tenido que pasar 25 años para tener estos resultados. Y también creo que no los tengo todos: estimo que hay otros 200 o 300 versos copiados que no pude localizar.

-¿Por qué te pareció tan importante verificar la originalidad de Bunbury?

-En primera, porque objetivamente es importante saber qué hay detrás de una obra para facilitar las claves de su interpretación. Saber si Bunbury ha utilizado versos de Neruda, Gamoneda o Nervo, que encuadra en una estética poética de la canción. En segunda, porque es una acción muy delicada sobre la cual no sé si el propio Bunbury ha reflexionado, pero sí es importante que la sociedad lo haga por temas de intertextualidad. Debemos diferenciar prácticas teóricamente lícitas de prácticas ilícitas.

-¿Y lo que él hace es lícito o ilícito?

-Como autor, he preferido dejar la reflexión al lector y a unos especialistas a los que consulto al final del libro a través de un cuestionario. Yo, como persona, sí me sentí defraudado. Considero que la teoría artística y la teoría del mundo del derecho aconsejan citar siempre las fuentes. Si no lo haces, te metes en un terreno pantanoso.

"No es la primera vez que se acusa a Bunbury sobre plagio. Alguna vez, cuando se le señaló por este tipo de acciones, respondió de una manera muy irónica que, en ese caso, también se le debería reclamar algo a Bob Dylan".

-¿También ha sido señalado?

-Dylan hace otra cosa. En muchos casos, maneja citas bíblicas que no precisan muchas veces de una justificación en la tradición del mundo anglosajón. Algo similar pasa con Shakespeare, cuyas obras son repositorios de dichos de la sociedad anglosajona. Bunbury se mueve más en la opacidad. De todas formas, Dylan es una persona a la que admiro, pero que también me ha decepcionado. La sombra de la duda reside en sus pinturas, que son copias de fotografías, y en el discurso de aceptación del Nobel, en el cual hay fragmentos sacados de una página de discursos en Internet. Y claro que ha cometido excesos en sus canciones también.

-¿Algún ejemplo que más te haya impactado?

-La Chispa Adecuada: de 42 versos que tiene la canción, 30 no son suyos. Lo tengo probado. Él cobra en la Sociedad General de Autores por una letra que tiene 30 versos que son de otros.

-¿Hay casos en los que hace una reproducción idéntica?

-A veces hace paráfrasis, pero en otros es una copia literal. También hay que decirlo: no podemos emplear la palabra “plagio” porque para que éste exista tiene que determinarlo un juez. Por eso siempre tenemos que hablar de “presunto plagio”. Y para que se pronuncie un juez, tiene que haber un perjudicado que lo denuncie, algo que no creo que ocurra porque sólo hay cinco autores vivos afectados. Benítez Reyes ha sido el único que ha dicho que, dependiendo de la respuesta de Bunbury, iría a tribunales. Si la reacción le parece airada o chulesca, emprenderá acciones.

-¿Qué significan Bunbury y Héroes del Silencio en la cultura hispanoamericana?

-Creo que es el mayor cantante de España después de Julio Iglesias y Raphael. Y por supuesto que es el intérprete de rock en español que ha habido nunca en España y América Latina. Reconozco su mérito, su trayectoria, su capacidad interpretativa y el cuidado de su imagen. Sé que somete sus canciones a una gran exigencia. Héroes del Silencio tuvo una gran importancia en toda Europa. En algún momento, el grupo llegó a vender más discos en Alemania que en España. "Eso es algo que ningún artista español ha hecho. Héroes marcó una tradición. Muchos grupos copiaron su sonido y su puesta en escena. Su influencia es evidente. Y sólo con cuatro discos. Yo no cuestiono su calidad. Yo sólo digo: tiene más de 500 versos que no son suyos. En el libro no uso ningún término peyorativo contra él. Reconozco lo bueno y los hechos contundentes los pongo de la manera más fría. Que cada quien saque sus conclusiones".

Tras 25 años de investigación, este año el periodista y escritor Fernando del Val publicó El método Bunbury ,un libro en el que plantea que el músico usa frases de escritores y poetas sin darles crédito. Él ha eludido el tema, aunque en una entrevista con El Periódico de Aragón en septiembre pasado, dijo que lo que hacen los artistas, es "recoger frases de la calle, de los periódicos, de los bares y por supuesto de los poetas". Del Val tiene otros datos.

Ningún software —y vaya que probó uno muy bueno— pudo arrojar lo que su persistencia sí: 555 versos del ex vocalista de Héroes del Silencio fueron publicados antes por otras personas cuyos nombres son casi de dominio público. Pablo Neruda, Mario Benedetti, Amado Nervo, Juan Rulfo, Frida Kahlo, Charles Bukowski, Raymond Carver, Haruki Murakami… El abanico de autores que supuestamente plagió Bunbury es tan grande como la sospecha que gira en torno a su originalidad como cantautor.

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Fue un cuarto de siglo de pesquisas arduas—y muy artesanales—para descubrir que 37 canciones que se firma Bunbury, en realidad provienen de obras literarias pasadas, algunas de ellas aún con vigencia de derechos de autor.

Del Val asegura que no tiene nada contra el intérprete. Lo suyo, dice en entrevista exclusiva con El Sol de México, sólo es un trabajo objetivo y periodístico que pretende demostrar que buena parte de lo que ha escrito Enrique Bunbury se compone de fragmentos de escritores a los que no cita. Una práctica que, asegura, es habitual a lo largo de su carrera como solista y como cantante de Héroes del Silencio, la primera banda de rock en español que traspasó las fronteras del mundo hispanoamericano.

El método Bunbury (Difácil), ha generado escozor en ambos lados del Atlántico y se encuentra a la venta en Amazon. Todavía no se sabe si llegará en formato físico a América Latina, donde las pasiones por Bunbury transitan entre el amor y el odio.

Tras la publicación del libro, su manager, Nacho Royo, sacó las garras por su cliente en la prensa española: “Considero que el libro está escrito por alguien que ha dedicado su tiempo a hacer daño. Y quien lo amplifica, no sé si consciente o inconscientemente, también está dedicando su tiempo a hacer daño. No se lo voy a enviar a Enrique porque no me gusta hacer daño. Quizá mi obligación como manager sea enviárselo, pero no lo voy a hacer porque no voy a participar de este aquelarre”.

En exclusiva para esta casa editorial, el autor habla por primera vez en México sobre el tema.

-¿Qué te llevó a realizar esta investigación?

-La verdad es que me planteo el libro como una investigación reposada y muy latente. Yo me entero de que Bunbury ha cogido versos de otros en 1995. Pero es hasta hace un año que me decidí a poner negro sobre blanco todo lo que descubrí. Solamente había escrito un reportaje en 2007. Los casos ya se acumulaban y me pareció que se podía hacer una reflexión más amplia y utilizar como base el caso de Bunbury para hablar sobre algo que ha sucedido en el arte a lo largo de la historia.

-¿Cómo es que tu curiosidad por hurgar en la autenticidad de Bunbury duró 25 años?

-Descubrí que no había manera de seguir el rastro de los versos que copiaba. En algún momento, cuando yo llevaba como 400 versos investigados, tuve la tentación de usar uno de esos programas antiplagio que alquilan las universidades. Pero cuando lo usé con la ayuda de un amigo profesor, el programa no arrojó nada. Yo pensé que el software estaba basado en bibliotecas de millones de libros, pero no fue así: los sistemas universitarios pasan por el filtro del Internet, por lo cual quedan completamente contaminados en el caso de Bunbury por tantas páginas que contienen sus canciones. Por eso, el resultado del programa fue cero versos copiados. Sin embargo, es obvio que no es posible ir a una biblioteca a leer libros sólo para encontrar las copias de un cantante. En realidad, mi libro fue publicado a base de leer y leer e irme encontrando, casi por casualidad, los versos de otros que él lleva a sus canciones. Por eso han tenido que pasar 25 años para tener estos resultados. Y también creo que no los tengo todos: estimo que hay otros 200 o 300 versos copiados que no pude localizar.

-¿Por qué te pareció tan importante verificar la originalidad de Bunbury?

-En primera, porque objetivamente es importante saber qué hay detrás de una obra para facilitar las claves de su interpretación. Saber si Bunbury ha utilizado versos de Neruda, Gamoneda o Nervo, que encuadra en una estética poética de la canción. En segunda, porque es una acción muy delicada sobre la cual no sé si el propio Bunbury ha reflexionado, pero sí es importante que la sociedad lo haga por temas de intertextualidad. Debemos diferenciar prácticas teóricamente lícitas de prácticas ilícitas.

-¿Y lo que él hace es lícito o ilícito?

-Como autor, he preferido dejar la reflexión al lector y a unos especialistas a los que consulto al final del libro a través de un cuestionario. Yo, como persona, sí me sentí defraudado. Considero que la teoría artística y la teoría del mundo del derecho aconsejan citar siempre las fuentes. Si no lo haces, te metes en un terreno pantanoso.

"No es la primera vez que se acusa a Bunbury sobre plagio. Alguna vez, cuando se le señaló por este tipo de acciones, respondió de una manera muy irónica que, en ese caso, también se le debería reclamar algo a Bob Dylan".

-¿También ha sido señalado?

-Dylan hace otra cosa. En muchos casos, maneja citas bíblicas que no precisan muchas veces de una justificación en la tradición del mundo anglosajón. Algo similar pasa con Shakespeare, cuyas obras son repositorios de dichos de la sociedad anglosajona. Bunbury se mueve más en la opacidad. De todas formas, Dylan es una persona a la que admiro, pero que también me ha decepcionado. La sombra de la duda reside en sus pinturas, que son copias de fotografías, y en el discurso de aceptación del Nobel, en el cual hay fragmentos sacados de una página de discursos en Internet. Y claro que ha cometido excesos en sus canciones también.

-¿Algún ejemplo que más te haya impactado?

-La Chispa Adecuada: de 42 versos que tiene la canción, 30 no son suyos. Lo tengo probado. Él cobra en la Sociedad General de Autores por una letra que tiene 30 versos que son de otros.

-¿Hay casos en los que hace una reproducción idéntica?

-A veces hace paráfrasis, pero en otros es una copia literal. También hay que decirlo: no podemos emplear la palabra “plagio” porque para que éste exista tiene que determinarlo un juez. Por eso siempre tenemos que hablar de “presunto plagio”. Y para que se pronuncie un juez, tiene que haber un perjudicado que lo denuncie, algo que no creo que ocurra porque sólo hay cinco autores vivos afectados. Benítez Reyes ha sido el único que ha dicho que, dependiendo de la respuesta de Bunbury, iría a tribunales. Si la reacción le parece airada o chulesca, emprenderá acciones.

-¿Qué significan Bunbury y Héroes del Silencio en la cultura hispanoamericana?

-Creo que es el mayor cantante de España después de Julio Iglesias y Raphael. Y por supuesto que es el intérprete de rock en español que ha habido nunca en España y América Latina. Reconozco su mérito, su trayectoria, su capacidad interpretativa y el cuidado de su imagen. Sé que somete sus canciones a una gran exigencia. Héroes del Silencio tuvo una gran importancia en toda Europa. En algún momento, el grupo llegó a vender más discos en Alemania que en España. "Eso es algo que ningún artista español ha hecho. Héroes marcó una tradición. Muchos grupos copiaron su sonido y su puesta en escena. Su influencia es evidente. Y sólo con cuatro discos. Yo no cuestiono su calidad. Yo sólo digo: tiene más de 500 versos que no son suyos. En el libro no uso ningún término peyorativo contra él. Reconozco lo bueno y los hechos contundentes los pongo de la manera más fría. Que cada quien saque sus conclusiones".

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