La aparición de la monja en la Presidencia de Irapuato [Fotos - Video]

La presidencia fue antes un colegio para niñas

Erick González | El Sol de Irapuato

  · viernes 10 de junio de 2022

Entre las instalaciones de la Presidencia Municipal deambula el ente de la religiosa. / Fotos: Paul Witrago | El Sol de Irapuato

Irapuato, Gto.- A lo largo de la historia de Irapuato, son muchas las leyendas que se cuentan junto con ella. Sin embargo, hay algunas que notablemente resaltan, tal es el caso de la leyenda de “La Monja de la presidencia”.

Entre los habitantes de Irapuato, es bien sabido la gran cantidad de construcciones que obraron como propiedades religiosas o bien centros de culto. Una de estas edificaciones fue la actual Presidencia de Irapuato, que anteriormente era un colegio católico para niñas realizado gracias al presbítero Ramón Barreto de Tábora quien otorgo el terreno además de la suma de 80 mil pesos para la construcción del mismo en el año 1804.

Es aquí donde comienza el mito, al momento de la fundación de este colegio fueron ordenadas 7 religiosas, por el Juzgado Eclesiástico de la ciudad de Valladolid a través de la compañía de María Santísima llegaron de la capital de la república a Irapuato: María Gertrudis Gil de León, María Juana Escoto, María Josefa Ibarra, María Agustina Pérez Cano, María Dolores Bersabal, María Susana Osores y María Josefa Guerrero.

Entre las instalaciones de la Presidencia Municipal, cuenta la leyenda que una de las religiosas deambula en el lugar, la cual es nada más y nada menos, que la directora del colegio María Gertrudis Gil de León. Si bien es cierto, algunos de los veladores más antiguos la han visto e incluso la describen como un ente flota con su austero habito café de época, y con sus manos recogidas hacia el frente. E incluso los han dejado con todo y silla en medio de la plaza central.

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Los actuales guardianes del recinto comentan que sólo han visto sombras en la planta alta del lugar entre el Salón Juárez y las oficinas de la presidencia moviéndose entre las luces, hay unos más que comentan escuchar aún llantos de las niñas que recibían allí educación por parte de las religiosas.

Lo cierto es que el mito ha pasado de generación en generación y se preserva a lo largo de los años.