Guadalajara.- Adentrarse a la hemeroteca de los 80 años de vida del periódico El Occidental es tener contacto con hombres y mujeres referentes de la cultura a nivel local y nacional, protagonistas de la historia de nuestro país que imprimieron la forma en como pensaban, el contexto del momento y literalmente sus memorias.
Implica confirmar que este impreso tapatío perteneciente a la Organización Editorial Mexicana no sólo ha consignado la historia de Jalisco y México, sino que es parte de la misma.
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Así como de puño y letra de pronto podemos encontrar a Clemente Orozco que opina de los muralistas del momento o a Juan Rulfo con extractos de sus cartas más personales, de pronto podemos leer a Juan José Arreola narrar lo que representaron esos dos años que trabajó en El Occidental como jefe de circulación o al ingeniero Jorge Matute Remus, famoso por mover un edificio para liberar una de las principales avenidas de la ciudad sin quitar un ladrillo, aportando ideas para tener una mejor ciudad.
Es la trascendencia de ser más que un periódico un detonante cultural, al que en toda su existencia le han acompañado los suplementos culturales con distintos nombres como La Cultura de Occidente, El Occidental en la Cultura, El Armario y finalmente La 0.
Hoy abrimos ese Armario, literal, hecho con el esfuerzo y los sueños de un gran equipo de la cultura local, pero que en su momento atraparon el interés de grandes personajes como los ya mencionados, al grado de que decidieron honrarnos con sus participaciones. Pero también en su momento estos espacios fungieron para promover autores y artistas que iniciaban sus carreras.
En un editorial publicado en su momento por Arturo Chavoya -editor de uno de estos suplementos- destacó que el objetivo era y es por parte de El Occidental, la pluralidad: “Se han privilegiado, desde luego, algunos autores de reconocida trayectoria, pero son pocos los que mantenemos fijos puesto que lo que se busca es la variedad”.
Propiciar el respeto a la obra artística y a los artistas, así como ayudar a generar una política cultural en nuestro Estado, fueron en su momento otros códigos entendidos que sirvieron para atraer a los formadores de la cultura jalisciense y de todo el país.
Así, al voltear de página puede uno encontrar, además, textos del exgobernador de Jalisco, Agustín Yáñez, ensayista, cuentista y secretario de Educación a nivel federal, escribiendo sobre el padre Placencia; a Juan José Arreola, dilucidando sobre las variaciones del nombre de una persona; Ignacio López Tarso escribiendo sobre Ignacio López Tarso; extractos de los textos de José Saramago y hasta el Subcomandante Insurgente Marcos quitándose el pasamontañas para hablar sobre la Historia de los Colores en las artes plásticas.
Al final de los ochenta apareció el suplemento La Cultura de Occidente, a cargo de Juan José Doñán junto con un grupo de académicos e intelectuales, todos bajo las órdenes del entonces director Guillermo Chao Egerbgenyi. Este se llegó a encartar en otros diarios de occidente como El Sol de Zacatecas, El Sol de Morelia, El Sol de Zamora y el Centro de Aguascalientes.
Fue una publicación memorable que le dio vida a su última página cuando incluyó la sección titulada cOmo “Monobloc”. Representó la inclusión de cartones humorísticos en una sección cultural, por donde pasaron los mejores como Trino, Manuel Falcón y Jis, quienes en su gustada sección nos confirmaron que “Todos Venimos del Mono”.
Trino está de regreso, otros han desarrollado sus carreras en otros medios y distintos escenarios, pero aquí…. justo aquí empezó todo.