“Las obras de Salman Rushdie son una cosa única, de la imaginación y de la historia, sobre todo de India. Para los latinoamericanos o, en especial, los mexicanos, que tenemos esta relación tan pobre con la historia universal que no se trate de Estados Unidos o de las colonias que nos perjudicaron o nos dieron forma, pues la historia de la división del subcontinente, las revoluciones, las dictaduras son un poco ajenas, pero Rushdie las supo hacer universales”, dice el escritor coahuilense Luis Jorge Boone acerca del autor que este viernes fue acuchillado antes de dar una conferencia en Nueva York por un hombre de 24 años llamado Hadi Matar.
El autor de Suelten a los perros, agrega que “en la obra de Rushdie tenemos una gran puerta de entrada al mundo. Cuando yo leí Los versos satánicos encontré un realismo mágico llevado al esperpento, que puede ser muy sorpresivo e imaginativo, lleno de leyendas. Las novelas de Rushdie son eficientes, muy ambiciosas, de una construcción de muy largo aliento, con una gran galería de personajes, con una compleja red de conflictos de lo local y lo universal”.
Unificadora como es la literatura, en la obra del también autor de La decadencia de Nerón Golden y Quijote, dice Boone, tiene resonancias con nuestra cultura. “Hay una novela que se llama El suelo bajo sus pies, donde parte de la acción sucede en México. A Rushdie le interesan estas voces que se alzan sobre la sociedad y que nos llaman la atención a todos, como políticos, profetas, figuras de la cultura pop, pero también le interesa hablar de los peligros de creerles. Varios de los personajes de los que ha escrito sufren cambios o mueren en México, especialmente en esta novela”.
Sorprendido ante el ataque a Salman Rushdie, Luis Jorge Boone advierte: “Estamos en tiempos de incomprensión. Es mucho más fácil separarnos y establecer divisiones con las personas. Pero hoy hay una condena muy bien ganada contra la violencia, como ésta que derivó en un ataque a un hombre de 75 años que no ha hecho más que expresar sus ideas a lo largo de toda su vida, de una manera muy disciplinada de una gran calidad vital e intelectual.
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“Yo creo que lo más fácil es siempre creer que uno es el bueno, que las frases que aseveran que los buenos somos más, es una de las falacias más tranquilizadoras que hay. En realidad, todos estamos participando de la violencia, estamos siempre condenando al que es diferente, todos estamos en peligro de censurar al otro. Para los lectores de Rushdie, para los que admiramos su obra, es un golpe muy duro. Él pensaba, como todos, que esta persecución ya había pasado, que estos niveles de locura ya no podían ocurrir, pero se demuestra una vez más que es posible. Y nos duele que alguien pueda tener tanto odio contra quien lo único que hace es hablar y que ha consagrado su vida a la libertad de expresar su ateísmo y reafirmar su derecho a dudar. Con este acto, no creo que sea un momento para subirnos a nuestro palco de superioridad moral, sino de mirar con compasión a quien piensa diferente de nosotros”, finaliza.
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