La paternidad es uno de los grandes tópicos de la literatura, reconoce el autor originario de Ciudad Guzmán, Jalisco, Hiram Ruvalcaba. Pero al vivir la experiencia en carne propia, cobró un interés especial para él.
“Una de mis grandes influencias es Juan Rulfo y Pedro Páramo es la gran novela de la paternidad fallida. Crecí con esa noción y además, en mi infancia y adolescencia, fui viendo hogares donde el padre no estaba, por muchas razones: Se fueron a Estados Unidos, o con alguien más; no se quisieron hacer responsables, o los mató el crimen organizado. Pero definitivamente, la noticia de que iba a ser papá hace tres años, fue fundamental para meterme de lleno en el tema. Mi hijo nació en diciembre, y antes, por ahí de febrero, empecé a plantearme muchas cosas que había dejado inconclusas con respecto a mis ideas de la paternidad”, dice en entrevista.
El resultado es Padres sin hijos , el libro ganador del Premio Nacional de Cuento José Alvarado 2020, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que reúne ocho contundente relatos sobre relaciones filiales. “El libro es íntimo en ese sentido, traté de hacer reflexiones lo más sinceramente posible sobre un tema que yo creo nos compete mucho como sociedad”.
Una tensión narrativa pero también de las relaciones de poder que se establecen entre padres e hijos permea cada uno de los cuentos, escritos a la par que el autor hacía una investigación sobre el cine y la literatura de suspenso, por lo cual, algo de thriller está presente. “Esas relaciones de poder, eventualmente explotan”, advierte.
“Los que tratamos de vivir las nuevas masculinidades que le llaman, o más bien una nueva manera de aproximarnos a nuestros hijos, negociamos cada vez más, la palabra es muy impactante y en esa negociación normalmente perdemos, porque como tratamos de no recurrir a los trancazos, pues es muy difícil razonar. Mi hijo sabe o intuye que como yo no soy un ogro, él puede hacer lo que quiere y no le va a pasar nada”, dice entre risas.
Pero, aclara, no hay que juzgar a los padres de antes. “La circunstancia social ha cambiado muchísimo, lo que entendemos por masculinidad está cambiando también y por lo tanto nuestra manera de ver el mundo es absolutamente distinta a la que tenía mi papá o mi abuelo. Por ejemplo, las demostraciones de afecto son cada vez más frecuentes entre padres e hijos hombres y eso es algo muy positivo, porque antes una demostración de afecto era una muestra de debilidad, por eso ahora, los hombres que nacimos en los 80, cuando tenemos un problema emocional, no tenemos una red de apoyo masculina, porque ninguno sabe qué hacer, no aprendimos a apoyarnos afectivamente; muchas mujeres en cambio, sí forman estas redes imprescindibles para sobrevivir en un mundo que intenta devorarte poco a poco siempre”.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Cambiar de paradigma, afirma, es necesario, pues “entre más pronto entendamos que ser feliz es muy difícil y más cuando te pones límites como que ser hombre significa esto o lo otro, viviremos mejor. Yo creo que ser hombre es tratar de ser feliz, un ser humano decente”.
A partir de su paternidad, concluye, ha reflexionado sobre aquello “que dábamos por hecho, por ejemplo que el hombre iba a salir a trabajar y la mujer se iba a ocupar de la crianza, que con proveer económicamente era suficiente. Ahora está de moda eso de ‘l a generación de cristal’, pero en realidad lo que está pasando es que por primera vez en algún tiempo, se puede la sociedad interrogar a sí misma, cuestionar lo que durante décadas vivimos como lo correcto pero probablemente no está bien. Y a veces es evidente que no lo está”.
TE RECOMENDAMOS EL PODCAST ⬇️
Disponible en: Acast , Spotify , Apple Podcasts , Google Podcasts , Deezer y Amazon Music