En el corazón de toda sociedad justa y equitativa, yace el pilar de la dignidad humana. Este pilar es el cimiento sobre el cual se erige el bienestar de cada individuo, especialmente en sus años de jubilación, cuando la laboriosa vida laboral se transforma en merecido descanso. Sin embargo, este pilar ha sido sometido a una peligrosa prueba con la reciente aprobación de la Ley de Pensiones del Bienestar, con la que se “autoriza” al Gobierno Federal a apoderarse de más de 40 mil millones de pesos de fondos de ahorro para el retiro de trabajadores pensionados por el IMSS o por el ISSTE, con el argumento de que han estado sin movimiento desde hace 10 años o más.
Esta medida, bajo el pretexto de la noble causa de garantizar pensiones dignas, termina por socavar los derechos y la seguridad financiera de nuestros trabajadores jubilados. Es innegable que el objetivo de proporcionar una vejez sin carencias es loable, pero el fin nunca justifica los medios y, en este caso, los medios son altamente cuestionables.
Se debe recordar al gobierno y al partido oficialista que ese dinero es patrimonio del trabajador y, por lo tanto, es inembargable, es imprescriptible e incluso pueden hacer uso de él los beneficiarios del trabajador cuando éste falte.
El fundamento moral de cualquier sistema de pensiones radica en el respeto a la propiedad y el ahorro del trabajador. El dinero que descansa en esos fondos de retiro que se quieren expropiar, es el fruto de años de esfuerzo y sacrificio, no una bolsa de recursos disponibles para ser aprovechados por el Estado a su antojo. Es un ataque directo a la autonomía y la libertad económica de los individuos, y una afrenta a la confianza depositada en las instituciones.
Además, es imperativo reconocer la realidad de nuestros más de 33 millones de trabajadores informales, quienes conforman una parte significativa de nuestra fuerza laboral y que, lamentablemente, han sido olvidados en esta discusión. ¿Dónde está el plan para asegurar un futuro digno para ellos? Es un deber moral del Estado proteger los derechos de todos sus ciudadanos, no solo de una minoría.
La verdadera medida de una sociedad justa no radica en la acumulación de riqueza o poder, sino en el cuidado y el respeto hacia los más necesitados. Es hora de recordar que la verdadera grandeza se encuentra en el servicio desinteresado y en la protección de los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, especialmente de aquellos que han dedicado su vida al trabajo y al sacrificio por el bien común.
La Ley de Pensiones del Bienestar, en su forma actual, representa una traición a estos valores fundamentales. Hay que alzar la voz en defensa de la dignidad y los derechos de nuestros trabajadores jubilados. El futuro de nuestra sociedad depende de ello.
Somos millones quienes creemos que México es enorme. Soy Erandi Bermúdez y les escribo desde Guanajuato, nuestro Guanajuato Ganador.
Senador de la República
- @ErandiBermudez