/ sábado 11 de mayo de 2024

Un día del maestro

En septiembre de 2018 viví un sábado lleno de emociones y cargado de recuerdos. Temprano, mi familia gentilmente se dispuso a acompañarme a la Universidad Lasallista Benavente, a la celebración del 30 aniversario de haber egresado de la licenciatura en Derecho, después de cinco largos años de ir y venir diario a Celaya. Tuve el privilegio, otra vez, de dirigirme a mis compañeros convertidos ahora en experimentados abogados. Empecé así: Omnes Viri Bone Ius Ipsun Amant. Como un relámpago que ilumina el horizonte y anuncia la caída generosa de la lluvia, la séptima generación de licenciados en Derecho, después de 30 años, hace un alto en el camino y regresa a su alma mater con una canastilla de recuerdos y con el corazón en la mano para exclamar gozosos: gracias, querida Universidad Lasallista Benavente.

Me siento orgullosos de pertenecer a esta generación que sigue haciendo historia. Nuestra generación es importante, no por el valor de cada uno de sus miembros, sino por la suma de todos. Es un placer y un privilegio lo que dije al terminar nuestros estudios, hace ya 30 años, pues conservamos en nuestra memoria, el ser y quehacer de nuestros formadores, es decir, de nuestros maestros.

Tres décadas después, ¿qué hay en el mundo del Derecho? El nuevo sistema de justicia penal o, en general los juicios orales, que tantas molestias han generado en los tres niveles de gobierno. Las leyes para acabar con el cáncer de la corrupción y en concreto para evitar elegir a fiscales carnales. Las normas para terminar con el fuero de diputados, senadores y los titulares del Poder Ejecutivo. La larga lucha por el respeto a los derechos humanos.

El reconocimiento a los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Hago votos para que, como estudiosos del derecho y en nuestro campo de acción, hagamos lo que nos corresponde para el mejoramiento y aplicación de nuestro marco normativo vigente. 1983 – 1988: 30 años después… ¿Ya estamos viejos? Dijo el poeta: no es viejo el que tiene muchos años/ ni el que avanza con lento caminar ni el sube despacio los peldaños, ni el que llora feliz, al recordar solo es viejo el que ha perdido la confianza, el que le niega valor a su persona, el que ha perdido la esperanza, y el que, en vez de luchar, se desmorona.

Ese es viejo. Mi eterna gratitud al fundador de la Universidad, el licenciado don Héctor Aguilar Tamayo. Nuestro agradecimiento al abogado Roberto José Navarro González, actual rector de la Universidad, mismo que fue la persona que impartió a las 7 de la mañana, la primera cátedra en los orígenes de esta prestigiada institución. Para concluir mis palabras, en tan memorable ocasión, evoqué el poema de Netzahualcóyotl, rey poeta y soberano de Texcoco: Amo el canto del Cenzontle pájaro de 400 voces amo el color del jade y el enervante perfume de las flores, pero… amo más a mi hermano el hombre. y yo agregué: amo, también a mis hermanos de la 7a generación de Derecho.

Escritor y docente
ezequielsotomar@outlook.com