Si examinamos la situación actual de México, podemos concluir que muchos de nosotros no fuimos o estamos siendo educados para conocer nuestras responsabilidades. Desde el sexenio pasado, y quizá desde un par de décadas previas, fuimos despertados si para nuestros derechos. Todos tienen derechos. Los exigen y claman por ellos. Pero desconocen los deberes. Faltaron a esa clase.
El populismo está más fuerte que nunca, pero es pobre en la discusión, porque se enfoca en mostrar a la población apenas éxitos moderados que deberían ser obligados, como conquistas estupendas. ¿Cómo anda la educación mexicana? ¿Cuánto analfabetismo aún existe?
Estamos acercándonos peligrosamente a un festival de incompetencias. Tanto para aquellos que se durmieron en la bonanza de obtener o heredar un cargo público, creyendo que jamás tendrían que seguir preparándose de nuevo. Como también están quienes simplemente disfrutan de la “viuda” que otorga apoyos, becas y tarjetas rosas dejando a nadie desamparado. La fuerza del Estado crece cada día. La mayoría de sus miembros saben exigir, pero no ofrece opciones ni estrategias para el aumento de la productividad, ni para cumplir el principio de eficiencia.
Es necesario un baño de verdad para casi todos y cada uno de nosotros. Si la educación continúa mirando apenas los números de aprobados y no en el análisis de contenido, seguirá produciendo ciudadanos limitados por no decir incompetentes. La escuela debe regresar a ser el lugar donde, además de la instrucción y transmisión de conocimientos, provea educación y formación. Formación integral en ciudadanía, compromiso, carácter, ética y rectitud. Porque cuando estos valores faltaban en la familia y la sociedad, se podían encontrar siempre en las aulas.
¿Será que nosotros adultos aun sabemos lo que significan y la importancia de estos valores? ¿Quién se compromete hoy en día? ¿Quién se preocupa con la coherencia y consistencia del carácter? ¿Para qué sirve la ética, sino para adornar discursos políticos y campañas electorales? ¿Qué significa rectitud, en un país donde el mal siempre gana, donde lo más organizado parece ser el crimen organizado y donde la gente honesta se ha convertido en una especie en peligro de extinción?
En el festival de idioteces de campañas electorales, que todos pagamos, no existe la voluntad de abrir los ojos del electorado. Interesa que este siga cautivo, ciego y sordo, alimentado apenas con los anhelos de una nación que tendría todo para darle al mundo un ejemplo de civilización digna y edificante.
A la hora de conseguir votos y mantenerse en el poder, todos los partidos y gobiernos son populistas. En el día a día, solo ven hacia su propio ombligo y por sus intereses.
¡Hasta la próxima!
Analista empresarial y director regional de Logística y Relaciones Comerciales de Palos Garza
miguel.rivera@palosgarza.com
/ miércoles 16 de octubre de 2024