/ martes 3 de septiembre de 2024

La mitomanía de Andrés: el gobierno que se ancló en mentiras

Andrés Manuel López Obrador, aún presidente de México, se ha consolidado como uno de los líderes más polémicos y divisivos en la historia reciente del país. Su discurso populista y mesiánico le ha permitido mantenerse en el poder, pero su gestión ha estado marcada por un preocupante patrón de mentiras y distorsiones de la realidad. Prueba de ello su “último” informe de gobierno del pasado primero de septiembre. Esta mitomanía, lejos de ser una simple estrategia política, ha tenido consecuencias devastadoras para México.

Las mentiras del Presidente

Uno de los pilares de la presidencia de López Obrador ha sido la "austeridad republicana". Desde su campaña, prometió que, con recortes al gasto y la eliminación de la corrupción, México prosperaría económicamente. Sin embargo, la realidad ha sido muy diferente. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el crecimiento económico ha sido prácticamente nulo durante su mandato. El PIB se contrajo 8.2% en 2020 y aunque la pandemia del Covid-19 fue un factor, la falta de inversión pública y privada debido a políticas erráticas ha profundizado la crisis. Y actualmente el Banco de México proyecta un crecimiento de 1.4% en el PIB. Razón por la cual la relación con los mercados internacionales y las inversiones (sumadas a su “pausa” con las embajadas norteamericana y canadiense y el desarrollo de su reforma judicial) están en riesgo.

Otra de sus grandes mentiras es la supuesta reducción de la inseguridad. López Obrador ha insistido en que su estrategia de “abrazos, no balazos” está funcionando, pero los datos cuentan una historia diferente. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2022 fue uno de los años más violentos en la historia moderna de México, con más de 35 mil homicidios. La falta de una estrategia efectiva ha permitido que el crimen organizado siga operando con impunidad en muchas regiones del país, permeando un clima que muchos especialistas catalogarían como narcoestado.

El Presidente también ha afirmado repetidamente que su administración es la más transparente y libre de corrupción en la historia moderna de México. No obstante, investigaciones periodísticas han revelado múltiples casos de corrupción y conflicto de interés dentro de su círculo cercano. Un ejemplo claro es el caso de su hermano Pío López Obrador, quien fue captado en video recibiendo sobres con dinero en efectivo, supuestamente para financiar campañas políticas, los manejos por “lo oscurito” de sus hijos en inversiones del Tren Maya, entre muchas otras. A pesar de la evidencia, el Presidente ha desestimado estos señalamientos como “ataques mediáticos”. Y no obstante, su bancada ha logrado desaparecer organismos autónomos como el INAI que permitiría a los ciudadanos enterarnos de esta clase de cosas. O su estrategia más simple y efectiva, catalogar cifras, datos y movimientos de gobierno como “de seguridad nacional” y archivar esta información hasta por 8 años.

¿Por qué hemos permitido el ascenso de López Obrador?

La llegada de López Obrador al poder no fue un accidente, sino el resultado de años de descontento y frustración con el status quo. Los mexicanos, cansados de la corrupción endémica y la desigualdad económica, vieron en él a un líder dispuesto a romper con el sistema. Sin embargo, la necesidad desesperada de cambio nubló el juicio colectivo, permitiendo que un personaje con un historial de mentiras y promesas vacías se convirtiera en la esperanza de millones.

El ascenso de López Obrador también refleja una profunda desconfianza en las instituciones. Durante décadas, los gobiernos anteriores prometieron un desarrollo que nunca llegó para la mayoría de la población. Este fracaso institucional allanó el camino para un líder que se presenta como el único salvador capaz de transformar el país, utilizando un discurso que, aunque falso, resuena con un electorado hastiado.

Además, la falta de una oposición sólida y cohesionada ha permitido que López Obrador avance sin un contrapeso efectivo. Los partidos de oposición, atrapados en sus propias luchas internas y desacreditados ante la opinión pública, han sido incapaces de ofrecer una alternativa convincente. Esto ha permitido que el presidente monopolice el discurso político, difundiendo su narrativa sin una contestación real.

“Las declaraciones del presidente son sinceras, no necesariamente verdaderas… le devolvió a la política el valor de decir lo que él cree”.

Así ha justificado la lingüista Violeta Vázquez-Rojas su mensaje de cierre de gobierno. Y como ella, miles de aplaudidores.

El peligro de la mitomanía en el poder

La mitomanía de López Obrador no solo es una cuestión de estilo o retórica; es un problema estructural que ha debilitado la democracia mexicana. La manipulación de la verdad y la distorsión de los hechos erosionan la confianza en las instituciones y socavan el debate público. Cuando un líder se basa en mentiras para gobernar, el país entero paga las consecuencias.

Es urgente que los ciudadanos y los actores políticos exijamos rendición de cuentas y transparencia. La crítica fundamentada y el contraste con datos reales deben ser la norma, no la excepción. Solo así podremos evitar que personajes como López Obrador y sus clones sigan prosperando en el escenario político, vendiendo ilusiones que, tarde o temprano, se desmoronan dejando un rastro de decepción y desilusión.

México merece más que promesas vacías y mentiras disfrazadas de verdad. Es hora de despertar y exigir un liderazgo basado en la realidad, no en la mitomanía.

Analísta Político

@israguileramx

www.israelaguilera.mx

Andrés Manuel López Obrador, aún presidente de México, se ha consolidado como uno de los líderes más polémicos y divisivos en la historia reciente del país. Su discurso populista y mesiánico le ha permitido mantenerse en el poder, pero su gestión ha estado marcada por un preocupante patrón de mentiras y distorsiones de la realidad. Prueba de ello su “último” informe de gobierno del pasado primero de septiembre. Esta mitomanía, lejos de ser una simple estrategia política, ha tenido consecuencias devastadoras para México.

Las mentiras del Presidente

Uno de los pilares de la presidencia de López Obrador ha sido la "austeridad republicana". Desde su campaña, prometió que, con recortes al gasto y la eliminación de la corrupción, México prosperaría económicamente. Sin embargo, la realidad ha sido muy diferente. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el crecimiento económico ha sido prácticamente nulo durante su mandato. El PIB se contrajo 8.2% en 2020 y aunque la pandemia del Covid-19 fue un factor, la falta de inversión pública y privada debido a políticas erráticas ha profundizado la crisis. Y actualmente el Banco de México proyecta un crecimiento de 1.4% en el PIB. Razón por la cual la relación con los mercados internacionales y las inversiones (sumadas a su “pausa” con las embajadas norteamericana y canadiense y el desarrollo de su reforma judicial) están en riesgo.

Otra de sus grandes mentiras es la supuesta reducción de la inseguridad. López Obrador ha insistido en que su estrategia de “abrazos, no balazos” está funcionando, pero los datos cuentan una historia diferente. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2022 fue uno de los años más violentos en la historia moderna de México, con más de 35 mil homicidios. La falta de una estrategia efectiva ha permitido que el crimen organizado siga operando con impunidad en muchas regiones del país, permeando un clima que muchos especialistas catalogarían como narcoestado.

El Presidente también ha afirmado repetidamente que su administración es la más transparente y libre de corrupción en la historia moderna de México. No obstante, investigaciones periodísticas han revelado múltiples casos de corrupción y conflicto de interés dentro de su círculo cercano. Un ejemplo claro es el caso de su hermano Pío López Obrador, quien fue captado en video recibiendo sobres con dinero en efectivo, supuestamente para financiar campañas políticas, los manejos por “lo oscurito” de sus hijos en inversiones del Tren Maya, entre muchas otras. A pesar de la evidencia, el Presidente ha desestimado estos señalamientos como “ataques mediáticos”. Y no obstante, su bancada ha logrado desaparecer organismos autónomos como el INAI que permitiría a los ciudadanos enterarnos de esta clase de cosas. O su estrategia más simple y efectiva, catalogar cifras, datos y movimientos de gobierno como “de seguridad nacional” y archivar esta información hasta por 8 años.

¿Por qué hemos permitido el ascenso de López Obrador?

La llegada de López Obrador al poder no fue un accidente, sino el resultado de años de descontento y frustración con el status quo. Los mexicanos, cansados de la corrupción endémica y la desigualdad económica, vieron en él a un líder dispuesto a romper con el sistema. Sin embargo, la necesidad desesperada de cambio nubló el juicio colectivo, permitiendo que un personaje con un historial de mentiras y promesas vacías se convirtiera en la esperanza de millones.

El ascenso de López Obrador también refleja una profunda desconfianza en las instituciones. Durante décadas, los gobiernos anteriores prometieron un desarrollo que nunca llegó para la mayoría de la población. Este fracaso institucional allanó el camino para un líder que se presenta como el único salvador capaz de transformar el país, utilizando un discurso que, aunque falso, resuena con un electorado hastiado.

Además, la falta de una oposición sólida y cohesionada ha permitido que López Obrador avance sin un contrapeso efectivo. Los partidos de oposición, atrapados en sus propias luchas internas y desacreditados ante la opinión pública, han sido incapaces de ofrecer una alternativa convincente. Esto ha permitido que el presidente monopolice el discurso político, difundiendo su narrativa sin una contestación real.

“Las declaraciones del presidente son sinceras, no necesariamente verdaderas… le devolvió a la política el valor de decir lo que él cree”.

Así ha justificado la lingüista Violeta Vázquez-Rojas su mensaje de cierre de gobierno. Y como ella, miles de aplaudidores.

El peligro de la mitomanía en el poder

La mitomanía de López Obrador no solo es una cuestión de estilo o retórica; es un problema estructural que ha debilitado la democracia mexicana. La manipulación de la verdad y la distorsión de los hechos erosionan la confianza en las instituciones y socavan el debate público. Cuando un líder se basa en mentiras para gobernar, el país entero paga las consecuencias.

Es urgente que los ciudadanos y los actores políticos exijamos rendición de cuentas y transparencia. La crítica fundamentada y el contraste con datos reales deben ser la norma, no la excepción. Solo así podremos evitar que personajes como López Obrador y sus clones sigan prosperando en el escenario político, vendiendo ilusiones que, tarde o temprano, se desmoronan dejando un rastro de decepción y desilusión.

México merece más que promesas vacías y mentiras disfrazadas de verdad. Es hora de despertar y exigir un liderazgo basado en la realidad, no en la mitomanía.

Analísta Político

@israguileramx

www.israelaguilera.mx