/ jueves 12 de septiembre de 2024

Fuera de Agenda / Continuidad de la guerra asimétrica

El escenario de descomposición para el último tramo del sexenio vaticinado por analistas militares, ha tomado forma con las “amenazas emergentes” que han escalado el nivel de alerta para la seguridad interior. La madrugada del lunes 9 en Culiacán circuló un mensaje donde se avisaba que las hostilidades entre las facciones de los Zambada contra los Guzmán, cuyos capos fueron líderes del Cártel de Sinaloa CDS) mientras estuvieron en libertad, habían comenzado de manera frontal con incursiones de células armadas a la capital sinaloense. La pelea por el control de la ciudad cuna de la organización trasnacional más influyente en las últimas dos décadas en el narcotráfico, había comenzado.

Como jefe de Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional (EMCDN), el general Ricardo Trevilla Trejo sabía que la fractura al interior del CDS por la detención de Ismael “el Mayo” Zambada ocasionaría que las hostilidades subieran de intensidad colocando a Sinaloa en el mapa de la “guerra asimétrica”, como Chiapas, Michoacán, Tamaulipas o Sonora, donde la seguridad nacional se ha visto vulnerada por una diversidad de fenómenos originados por “actores no estatales” como el crimen organizado.

El nuevo secretario de la Defensa nacional, designado el pasado viernes 6 de septiembre por la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, tiene un equipo militar de especialistas entre coroneles y generales altamente calificados, que en los últimos años han ocupado cargos estratégicos en las secciones de operaciones, inteligencia y labores contra el narcotráfico en la oficina a su cargo.

El concepto de “guerra asimétrica” se define como el “enfrentamiento violento donde existe una gran desproporción entre las fuerzas tanto militares como políticas de los bandos implicados. No existe un frente determinado, ni acciones militares convencionales. Por el contrario, se basa en combinación de acciones políticas y militares, implicación de la población civil y otras operaciones similares”, dice un análisis militar consultado entre los documentos obtenidos por el colectivo de hackers Guacamaya. Estos fenómenos comprometen “los intereses y objetivos nacionales de carácter estratégico así como la estabilidad del Estado”. Son el tipo de antagonismos a la seguridad que de forma progresiva han rebasado las capacidades de las autoridades en los tres órdenes de gobierno encargados de garantizar la seguridad pública, interior y nacional. “Esta situación explica la creciente participación del Ejército, Armada y Fuerza Aérea Mexicanos en tareas de seguridad (...)”.

La lección del sexenio que termina –y que es continuidad de los que lo precedieron—es que algunos funcionarios de seguridad y líderes criminales tienen “un acuerdo de coexistencia” con grupos criminales para permitirles ampliar sus ganancias y su control sobre rutas y comunidades con la condición de que se reduzca la violencia. “Cuando estos arreglos colapsan, o cuando las principales organizaciones criminales emprenden una guerra frontal entre sí, desencadenando emergencias humanitarias y atrayendo la atención política y de los medios de comunicación, los militares tienden a asumir un papel más intervencionista y ofensivo”, según un informe de la organización civil Crisis Group, donde documentó el significado de “abrazos no balazos”.

@velediaz424


El escenario de descomposición para el último tramo del sexenio vaticinado por analistas militares, ha tomado forma con las “amenazas emergentes” que han escalado el nivel de alerta para la seguridad interior. La madrugada del lunes 9 en Culiacán circuló un mensaje donde se avisaba que las hostilidades entre las facciones de los Zambada contra los Guzmán, cuyos capos fueron líderes del Cártel de Sinaloa CDS) mientras estuvieron en libertad, habían comenzado de manera frontal con incursiones de células armadas a la capital sinaloense. La pelea por el control de la ciudad cuna de la organización trasnacional más influyente en las últimas dos décadas en el narcotráfico, había comenzado.

Como jefe de Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional (EMCDN), el general Ricardo Trevilla Trejo sabía que la fractura al interior del CDS por la detención de Ismael “el Mayo” Zambada ocasionaría que las hostilidades subieran de intensidad colocando a Sinaloa en el mapa de la “guerra asimétrica”, como Chiapas, Michoacán, Tamaulipas o Sonora, donde la seguridad nacional se ha visto vulnerada por una diversidad de fenómenos originados por “actores no estatales” como el crimen organizado.

El nuevo secretario de la Defensa nacional, designado el pasado viernes 6 de septiembre por la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, tiene un equipo militar de especialistas entre coroneles y generales altamente calificados, que en los últimos años han ocupado cargos estratégicos en las secciones de operaciones, inteligencia y labores contra el narcotráfico en la oficina a su cargo.

El concepto de “guerra asimétrica” se define como el “enfrentamiento violento donde existe una gran desproporción entre las fuerzas tanto militares como políticas de los bandos implicados. No existe un frente determinado, ni acciones militares convencionales. Por el contrario, se basa en combinación de acciones políticas y militares, implicación de la población civil y otras operaciones similares”, dice un análisis militar consultado entre los documentos obtenidos por el colectivo de hackers Guacamaya. Estos fenómenos comprometen “los intereses y objetivos nacionales de carácter estratégico así como la estabilidad del Estado”. Son el tipo de antagonismos a la seguridad que de forma progresiva han rebasado las capacidades de las autoridades en los tres órdenes de gobierno encargados de garantizar la seguridad pública, interior y nacional. “Esta situación explica la creciente participación del Ejército, Armada y Fuerza Aérea Mexicanos en tareas de seguridad (...)”.

La lección del sexenio que termina –y que es continuidad de los que lo precedieron—es que algunos funcionarios de seguridad y líderes criminales tienen “un acuerdo de coexistencia” con grupos criminales para permitirles ampliar sus ganancias y su control sobre rutas y comunidades con la condición de que se reduzca la violencia. “Cuando estos arreglos colapsan, o cuando las principales organizaciones criminales emprenden una guerra frontal entre sí, desencadenando emergencias humanitarias y atrayendo la atención política y de los medios de comunicación, los militares tienden a asumir un papel más intervencionista y ofensivo”, según un informe de la organización civil Crisis Group, donde documentó el significado de “abrazos no balazos”.

@velediaz424