/ sábado 27 de julio de 2024

Fidel León Medina, pintor y arqueólogo aficionado

El 15 de febrero de 1965, fecha emblemática para los irapuatenses, se inauguraron los cursos de una de las instituciones educativas de mayor trascendencia en el municipio y sus alrededores: la Escuela Técnica Industrial 63, hoy llamada Escuela Secundaria Técnica Número 5, semillero de alumnos que adoptaron el estudio, el deporte y el trabajo como su bandera.

En pasillos y patios se formaron sólidas amistades entre docentes, y por supuesto, también entre alumnos. A propósito, en febrero próximo, “la técnica 5” cumplirá 60 años de fructífera labor.

Producto de un encuentro casual, el exmaestro de física, Artemio García Rodríguez, invitó al que esto escribe a visitar a nuestro compañero, el exmaestro de química, Fidel León Medina. Acepté y fuimos bien recibidos. Pero grande fue mi sorpresa, porque en lugar de microscopios, tubos de ensayo y tablas periódicas de los elementos, vi los cálidos muros de su hogar tapizados de pinturas.

¿Quién es Fidel León Medina? Nacido en Salamanca, Guanajuato, en marzo de 1949. Es hijo de Gonzalo León Martínez y Juana Medina Celaya, ambos padres admirables. Es el quinto hijo de nueve (in medius virtus). Cursó la Normal Superior en la hoy Ciudad de México, con especialidad en físico-química. Su formación magisterial fue de tinte marista. Se desempeñó durante tres años como maestro en la ciudad de San Luis Potosí, dos años en Salamanca y 31 en Irapuato, Guanajuato, en el Colegio Pedro Martínez Vázquez y en la gloriosa Escuela Secundaria Técnica Número 5. Durante todo su ejercicio docente, su fin principal fue sembrar en sus estudiantes el deseo de superación.

Además de docente, es pintor, arqueólogo aficionado, escultor, padre, abuelo, amigo y también ferviente admirador de su natal Salamanca.

“Disparates de su insensatez. Como todo ser humano, -dice Fidel- he saboreado muchos días luminosos y festivos, degustando del cielo, aquí en la tierra, he caminado y observado mucho y aprendido bastante (los viajes ilustran). En este caminar he admirado mucho la diversidad de formas y colores, así como la biodiversidad.

En ellos he espiado que hay un Dios sabio y bondadoso. Otros días han sido sosos, grises, sombríos, sobre todo aquellos momentos inundados de ‘jaurías’ de palabras huecas, pomposas y ‘jaujeanas’ (jauja). En esos momentos he partido mi realidad en dos: una parte ‘mirando al gato y otro al garabato’.

Los garabatos se plasmaron en ‘hojillas’ que increíblemente han sido fuente de inspiración en mi sencillo trabajo pictórico, aunado a los momentos de destellos amorosos de mis últimos años. Con dibujos nada ‘academicistas’ he desvirtuado y deformado la realidad y me he atrevido a extrovertir mis fantasías y sueños.

A mi manera, he plasmado en lienzos ‘las caries’ de mi conciencia, el ‘aliento de las flores’, ‘las verrugas de los paisajes’, ‘el llanto de los peces’ y los disparates de mi insensatez. Por ser autodidacta, dicto yo las normas, y por ello ‘sin faltas de ortografía’ en mi obra, aunque sí con el impulso de muchos personajes que han fomentado mi conocimiento y mi inspiración. Mi pretensión hoy es, compartir mi vivencia y experiencia de vida con mis ‘próximos’”.

Escritor y docente

ezequielsotomar@outlook.com

El 15 de febrero de 1965, fecha emblemática para los irapuatenses, se inauguraron los cursos de una de las instituciones educativas de mayor trascendencia en el municipio y sus alrededores: la Escuela Técnica Industrial 63, hoy llamada Escuela Secundaria Técnica Número 5, semillero de alumnos que adoptaron el estudio, el deporte y el trabajo como su bandera.

En pasillos y patios se formaron sólidas amistades entre docentes, y por supuesto, también entre alumnos. A propósito, en febrero próximo, “la técnica 5” cumplirá 60 años de fructífera labor.

Producto de un encuentro casual, el exmaestro de física, Artemio García Rodríguez, invitó al que esto escribe a visitar a nuestro compañero, el exmaestro de química, Fidel León Medina. Acepté y fuimos bien recibidos. Pero grande fue mi sorpresa, porque en lugar de microscopios, tubos de ensayo y tablas periódicas de los elementos, vi los cálidos muros de su hogar tapizados de pinturas.

¿Quién es Fidel León Medina? Nacido en Salamanca, Guanajuato, en marzo de 1949. Es hijo de Gonzalo León Martínez y Juana Medina Celaya, ambos padres admirables. Es el quinto hijo de nueve (in medius virtus). Cursó la Normal Superior en la hoy Ciudad de México, con especialidad en físico-química. Su formación magisterial fue de tinte marista. Se desempeñó durante tres años como maestro en la ciudad de San Luis Potosí, dos años en Salamanca y 31 en Irapuato, Guanajuato, en el Colegio Pedro Martínez Vázquez y en la gloriosa Escuela Secundaria Técnica Número 5. Durante todo su ejercicio docente, su fin principal fue sembrar en sus estudiantes el deseo de superación.

Además de docente, es pintor, arqueólogo aficionado, escultor, padre, abuelo, amigo y también ferviente admirador de su natal Salamanca.

“Disparates de su insensatez. Como todo ser humano, -dice Fidel- he saboreado muchos días luminosos y festivos, degustando del cielo, aquí en la tierra, he caminado y observado mucho y aprendido bastante (los viajes ilustran). En este caminar he admirado mucho la diversidad de formas y colores, así como la biodiversidad.

En ellos he espiado que hay un Dios sabio y bondadoso. Otros días han sido sosos, grises, sombríos, sobre todo aquellos momentos inundados de ‘jaurías’ de palabras huecas, pomposas y ‘jaujeanas’ (jauja). En esos momentos he partido mi realidad en dos: una parte ‘mirando al gato y otro al garabato’.

Los garabatos se plasmaron en ‘hojillas’ que increíblemente han sido fuente de inspiración en mi sencillo trabajo pictórico, aunado a los momentos de destellos amorosos de mis últimos años. Con dibujos nada ‘academicistas’ he desvirtuado y deformado la realidad y me he atrevido a extrovertir mis fantasías y sueños.

A mi manera, he plasmado en lienzos ‘las caries’ de mi conciencia, el ‘aliento de las flores’, ‘las verrugas de los paisajes’, ‘el llanto de los peces’ y los disparates de mi insensatez. Por ser autodidacta, dicto yo las normas, y por ello ‘sin faltas de ortografía’ en mi obra, aunque sí con el impulso de muchos personajes que han fomentado mi conocimiento y mi inspiración. Mi pretensión hoy es, compartir mi vivencia y experiencia de vida con mis ‘próximos’”.

Escritor y docente

ezequielsotomar@outlook.com