La primera Cabalgata por la Ruta de la Independencia Nacional fue iniciada por el señor Jorge Emiliano Camarena García, quien nació en 1914 en Degollado, Jalisco. Durante toda su vida participó en diferentes asociaciones de charros y practicó el mexicanísimo deporte de la charrería. Es necesario destacar, que desde la primera vez que se efectuó la cabalgata algunos charros de San Felipe, de Dolores, de Guanajuato y de todo el Bajío se unieron a la misma de manera incondicional.
Este año 2024 recordaremos algunos aspectos de la cabalgata. Iniciamos con las causas que originaron la Independencia nacional, ya que estaban latentes en la época del Virreinato y puede decirse que brotaron con la heroica caída de la gran Tenochtitlán. Las causas fueron esencialmente de carácter económico y social. En efecto, España dominaba absolutamente el comercio de las colonias en América, prohibiendo el libre intercambio con otras naciones.
El gobierno, el clero, los ricos, los españoles y cuantos vivían de éstos se encargaban de difundir ideas como que el rey era una buena persona que dictaba leyes protectoras y justas; que vivíamos en el mejor país del mundo, bajo el gobierno paternal de reyes cristianos; que los súbditos de tales personas habían nacido para callar y obedecer; que hablar en contra de la autoridad civil y eclesiástica era lo mismo que atentar contra Dios.
Entre las influencias externas mencionamos la revolución industrial en Inglaterra; las ideas de los filósofos y economistas; la independencia de los Estados Unidos; la Revolución Francesa y la invasión de España por Napoleón. Además, la conquista fue un trauma enorme porque dejó al indio dominado por el terror, la superstición y el engaño.
Quedó atrapado por los vicios que los mismos conquistadores fomentaban. El indio familiarizado con su soledad buscaba al árbol de ramas abundantes, al borrico que tiene mirada de cordialidad para el que trabaja con él y el río que calma con su frescura, los desgarros del corazón. La propiedad no le era permitida, ni un pedazo de tierra para él. Se alimentaba de pitaya, nopalitos, aguamiel y, a veces, de gusanos y raíces. Se le quitaba a sus esposas la honra y la felicidad, se le herraba en el brazo y rostro. Se solía dar 15 indios por un potro de buena estampa. Aquellos españoles tenían, en lugar de corazón, un pedazo de piedra, solo así se explica tanta injusticia, tanta infamia. Mientras tanto, el pueblo no había permanecido impasible, se preparaba para la hora de la libertad.
La sublevación del indio Mariano en Tepic, la de Jacinto Canek, la del negro Yanga, demuestran que lo único que deseaban los habitantes de lo que hoy es México era emanciparse de España. Por este amable conducto, invitamos a todo el pueblo de Irapuato a recibir con afecto a estos jinetes por las calles de nuestra ciudad. Es lo menos que podemos hacer por quienes nos dan la oportunidad de revivir, para las nuevas generaciones, este hecho histórico: la ruta que siguió el ejército insurgente, encabezado por Hidalgo. Citamos a los cabalgadores de Irapuato, a la reunión de recibimiento, el jueves 12 de septiembre a las ocho de la noche, en la casa del compañero Félix Guerrero.
Escritor y docente
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